Antes de navidad, en visita por la deslumbrante Xalapa, Veracruz, este reportero y el periodista Raúl Fraga, fuimos guiados por el ingeniero Marco Antonio López al Museo Ex Hacienda de Antonio López de Santa Anna; una hacienda que en aquellos tiempos era un paraíso rodeado por helechos, rosas, jacarandas, laureles, árboles, etcétera, y que hoy día está medianamente conservado pero en muy dignas condiciones de visitarse. Se encuentra a 12 kilómetros al sureste de la ciudad de Xalapa en el kilómetro nueve de la Carretera que une Xalapa con Veracruz; es un poblado llamado “El Lencero”, municipio de Emiliano Zapata muy cerca de la academia de la Policía. A la entrada del Museo nos recibe don Gabriel Galán Hernández, administrador del museo quien gentilmente nos otorgó las facilidades para grabar parte de la explicación que nos diera la guía del museo Leticia Baizabal.
Juan Ellencero, soldado de Hernán Cortés, tras recibir una merced real (premio otorgado por la corona) decidió invertirlo en este lugar, una hacienda que construyó en 1525, y que funcionó inicialmente como posada para los viajeros que, obligadamente, tenían que pasar por ahí cuando se dirigían al puerto de Veracruz o a la Ciudad de México. Con los años, esta posada diversificó sus funciones a la cría de ganado, reparación de carruajes, alfarería, cultivo de algodón y caña de azúcar, entre otras cosas.
Cuando su extensión era de 780 hectáreas, se dice que, en 1560, la importancia estratégica del lugar hizo que se le concediera también, para que fuera además sitio para la estancia de ganado, ya que los viajeros requerían además de caballos, bueyes y novillos para el tráfico comercial entre la Ciudad de México y el puerto de Veracruz y, a raíz de estas necesidades, la propiedad de El Lencero fue extendida a mil 755 hectáreas. “Durante la última parte del siglo XVI, el entonces propietario, Jerónimo Pérez de Salazar, diversificó las actividades de la venta y, además de la cría de ganado, para dedicarse también al cultivo y procesamiento de la caña de azúcar, actividad que prevaleció hasta el siglo XIX”[1].
Bajo la escritura pública No. 156, un 27 de mayo de 1842, Juan Francisco Caraza y Zavalza, entonces propietario, la vende a don Antonio López de Santa Anna por la cantidad de 45 mil pesos-oro, según dato plasmado en Wikipedia y repetido por nuestra guía del museo; por otra parte, México Desconocido asegura que, en aquellos tiempos, Santa Anna tenía 34 años de edad y que la llegó a conservarla 14 años. Para ese tiempo la hacienda seguía otorgando los servicios de hospedaje a viajeros, por lo cual comenzó a cobrar impuestos por derecho a tránsito. Así, esta hacienda no era únicamente para el descanso del ex presidente de México, sino que más bien era considerado un negocio, por lo que el llamado “Dictador” (sólo porque ocupó 11 veces la presidencia de la República) les cobraba a los viajeros este impuesto por paso.
“En octubre de 1844, –podemos leer en México Desconocido– Santa Anna mandó construir el frente de la capilla, hecho que coincide con un acontecimiento muy importante de su vida: había contraído matrimonio con doña María de los Dolores Diega Ignacia Tosta Gómez, una joven y bella mujer que era hija de Bonifacio Tosta Sánchez-Montaño, un rico minero nacido en Madrid, España, y de su esposa, María Manuela Sabina Gómez Palomino, originaria de Córdoba, Veracruz. Matrimonio que se consumó 40 días después de que enviudara por el fallecimiento de doña María Inés de la Paz García de López de Santa Anna. Se dice que bajo su mandato El Lencero creció hasta un 200%, consigna la información difundida en Internet.
Fue en 1856 cuando Ignacio Comonfort decretó el embargo de los bienes de Antonio López de Santa Anna y –por alguna razón– la propiedad paso a manos de la Suprema Corte de Justicia y, para 1870, esta hacienda fue vendida nuevamente en 50,000 pesos. Ya para 1875 El Lencero era una de las haciendas azucareras más importantes de la región y, además de la ganadería, seguía produciendo alfarería, hilados y tejidos de algodón, ladrillo y tejas; pero entre 1823 y 1935 la hacienda sufrió una nueva afectación agraria de varias hectáreas para dotaciones ejidales.
En 1935, Rafael Murillo Camacho compró 28 hectáreas de la hacienda, y reconstruyó los edificios principales en las que se localizaban las habitaciones del casco, el edificio de la fábrica, el acueducto y el manantial y, al reconstruirlos, la hacienda volvió a recuperar parte de su antiguo esplendor. En 1981 el ex gobernador de Veracruz Agustín Acosta Lagunes, concedió a la señorita Lourdes Ortiz Monasterio por 12 millones de pesos la parte principal compuesta por ocho hectáreas y ordenó la restauración de su casa principal. Fue así que el gobierno tomó la decisión de crear un patronato autónomo que desde entonces se ha hecho cargo del mantenimiento y administración de este lugar[2].
Actualmente funciona como museo y cuenta con muebles, objetos y recuerdos propios de la época en que se construyó. Posee una calzada, cocheras, una capilla colonial y el curato conocido como “Casa de las Monjas” que hoy opera como restaurante pero que no vende cerveza. Todo en medio de una exuberante vegetación y que es un clásico ejemplo de cómo era una hacienda del siglo XIX.
“Con los vaivenes de la historia, El Lencero sufrió pérdidas, saqueos, robos y destrucciones como los causados en la Guerra de la Independencia, cuando un grupo de insurgentes estableció allí un cuartel. Por tal motivo, algunos de los muebles y pertenencias de los dueños no se encuentran ahora, pero fueron reemplazados por muebles que son de la época”, cita México Desconocido, agregando que, en este lugar, importantes personajes de la historia y las letras como don Agustín de Iturbide, Ignacio Allende, Vicente Lombardo Toledano, embajadores y altas personalidades de la política, han visitado o vivido este hermoso lugar; Gabriela Mistral (quien vivió en la hacienda por un largo periodo) de vez en cuando era acompañada de las escritoras Rosario Castellanos y Emma Godoy.
Describe John Todd, Jr, que “un sendero tranquilo alrededor del lago, situado justo detrás de la capilla conduce a un pequeño lago (artificial) creado como una presa; donde se pueden encontrar cisnes y gansos domesticados cerca del agua que se acercan y te permiten alimentarlos. Los pintores impresionistas franceses se habrían sentido como en casa aquí”[3]. No falta quien diga –parte de la fantasía– que la casa está embrujada y que de repente pasan sombras por sus habitaciones, y que en el lago habitó un cisne negro asegurando que era el alma de Santa Anna.
En su libro “Los Jarochos”, J. L. Melgarejo Vivanco detalla que, el comercio, además de fuente de ganancias e intercambio de productos materiales, pudo propiciar el intercambio cultural y contribuir al progreso; ángulos que fueron cumplidos durante su vida nativa, y continuaron durante la Colonia. “Los españoles de Hernán Cortes venían a conquistar y entre su tropa se movía un surtidor de ropa blanca, por lo cual fue apodado ‘El lencero’, cuya venta fue cerca de Xalapa, e incluso vino un religioso, negociando unas Bulas” (documento sellado con plomo sobre asuntos políticos o religiosos) que al ser del Papa les llamaban Bulas papales. “Tan sólo para el siglo XVI, la Villa Rica, luego La Antigua, fueron enclaves al comercio de ultramar”[4].
“La infancia de Santa Anna –para tener una idea– discurre entre Jalapa, ciudad en la que nace un 21 de febrero de 1794 y Veracruz. Fue hijo del notario Antonio López de Santa Anna y de su señora esposa doña Manuela Pérez de Lebrón. Ambos deseaban (para su hijo) un porvenir tranquilo y acomodado como correspondía a un joven de ascendencia española; pero por su carácter aventurero, sus grandes deseos de sobresalir, consiguió a fuerza de tenacidad ingresar al Ejército Real de la Nueva España a los dieciséis años de edad. En 1811 su regimiento fue convocado para sofocar el movimiento insurgente iniciado un año antes por el cura Miguel Hidalgo.
Su carrera política empieza en 1821, a los 27 años, fecha en la que, con el Plan de Iguala de Agustín de Iturbide se consagra la independencia de la Nueva España; esto gracias a una larga serie de imprevisibles adhesiones ideológicas. Fue enviado por el gobierno colonial a dar auxilio a la Ciudad de Orizaba que estaba sitiada por los rebeldes; al derrotarlos es condecorado por el virrey Apodaca, y ascendido a teniente coronel. Cuando Vicente Guerrero estaba en la presidencia, fue nombrado comandante del puerto de Veracruz y horas después se levanta en armas contra el gobierno realista, uniéndose a los insurgentes, siendo derrotado en aquella plaza, pero haciéndose fuerte en Córdoba.
En 1829 vence en Tampico al general español Isidro Barradas que intentó la reconquista de México, y por esta acción fue declarado héroe benemérito de la República, hasta lo llegaron a llamar “El vencedor de Tampico”. Por primera vez fue declarado presidente de la República en marzo de 1833, pero argumentó que estaba enfermo y dejó el poder en manos de Valentín Gómez Farías, quien era el vicepresidente. Llegó a ser presidente y dejó de serlo en varias ocasiones haciéndose llamar “Su Alteza Serenísima[5].
Bajo su mandato, en Veracruz, logró retirar a los españoles hasta el fuerte de San Juan de Ulúa, último reducto de éstos y, como muchos otros militares, se unió a Iturbide, sólo como una estrategia política, para obtener apoyos personales. Santa Anna estaba de acuerdo con la independencia, sin embargo, no aceptaba que la dirigiera la clase alta porque, según él, no eliminarían los privilegios de los peninsulares que aún quedaban en México”[6].
Hace muchos años, se hablaba y vislumbraba de que, a la vía del tramo entre Orizaba y Córdoba, se le hiciera un tren turístico, con comedor y toda la cosa, para que cruzara la Barranca de Metlac. Para poder admirar esos paisajes que han quedado inmortalizados y plasmados en bellas pinturas, algunas se conservan en el Archivo Nacional. Trenes como los hay en muchos países y lugares de México, un tren turístico como uno en la Cantabria, el Transcantábrico y otro el tren Chepe en Barrancas del Cobre, en el estado de Chihuahua. El tramo de la vía del tren no era una lata como lo fue Capufe y su cochina y retardada caseta de cobro. Hace algunos años, la misma compañía de trenes concesionada al expropiado Germán Larrea, hizo paralelo al pie de la autopista, una vía del tren, que suplió a la vieja, porque aquella estaba llena de curvas y era muy demorada. Un amigo me llamó de México dándome la buena nueva. Había el presidente AMLO enviado un decreto donde la tomaba el estado, el INAH, no por seguridad pública, porque así lo requiere la patria, y se aplaudió la medida, el presidente, aparte de beisbolero, me late que en el fondo fue ferrocarrilero, las obras del Tren Maya y la expropiación al tramo Interoceánico, así lo hacen ver, como un verdadero ferrocarrilero tabasqueño. El amigo me preguntó si la había recorrido alguna vez, debí hacerlo, pero pasaría dormido, cuando tomaba el tren de Veracruz a México, que traía cama y pasaría dormido, otro me dice que tomaba el tren mixto, que salía de Orizaba a las 6 de la mañana y llegaba uno a Veracruz como a las 12 del día. Hay pinturas famosísimas, una de ellas del gran pintor, José María Velasco, llamada Cañada de Metlac, donde se ve la máquina de vapor cruzando y al fondo el volcán Pico de Orizaba.
LA BARRANCA IMPONENTE
La barranca se encuentra en Fortín frontera con Ixtaczoquitlán, el tren fue construido en el siglo XIX. Hay varios túneles que aún existen, llenos de arboledas y la gran verde vegetación, con un mirador para quienes puedan gozar y ver la inmensidad de esa Barranca. Por Fortín hay sitios turísticos que se alquilan para bodas o fiestas. Alguna vez estuve en una de ellas y logras ver la profundidad de la Barranca. Bellísima. El presidente AMLO envió un decreto donde toma ese tramo de Sumidero-Fortín de las Flores, y da inicio al procedimiento para declararlo como zona de Monumentos Históricos. No creo que al tal Larrea el importe mucho, porque no le afecta nada, esas vías han estado abandonadas y es mejor que las tome el gobierno federal con su capacidad económica, y logre hacer un tren turístico, aunque quizá le quede al próximo presidente de la República, pero un primer paso es un primer paso. Cuenta esa zona con una extensión de 353 hectáreas (Lo leo en el Buen Tono), donde se conservan 5 inmuebles y dos conjuntos con valor histórico, la estación de ferrocarril de Sumidero, la casa del Guardapuente, el Puente de Metlac, la estación Fortín de las Flores y los 7 túneles, construidos entre los siglos XVI al XIX. Una buena nueva para los habitantes de estas zonas: Fortín, Ixtaczoquitlán y Córdoba-Orizaba, nuevos proyectos de la Barranca de Metlac con sus trenes turísticos. En esa zona, quienes la han caminado, me dicen algunos senderistas, hay puentes colgantes, un rio Metlac, que cruza la zona, los túneles del 3 al 7, que se recorren sin temor a que pase el tren, porque por allí el tren tiene años que dejó de pasar. Ojalá y el gobierno federal cree una verdadera zona turística, al pie de lo que era el tren. El tren ha servido para muchas cosas, para viajar por altas montañas, para trasladarse y ver los paisajes, una vez cubrió un mal tiempo cuando los criminales nazis transportaban a los judíos a los campos de concentración, pero la mayoría de las veces han sido viajes de felicidad y alegría, porque, bien lo decía Kamalucas, un ferrocarrilero de mi pueblo: “No seas un pasajero más del tren social, sé maquinista de tu propio tren”.
Si se somete al voto popular sería más X que González
El señor Claudio X González, de acuerdo a ‘las mañaneras’ y la visión de los teóricos de la 4T, como el comentócrata Epigmenio Ibarra, es una suerte de capo di tutti capi de la oposición, la mente siniestra que lo mismo incide en las editoriales del New York Times, que en las políticas públicas de la administración Biden.
Sin embargo, si uno analiza, con mediano rigor, la influencia del susodicho, es un personaje que ha adquirido trascendencia nacional, no por sus méritos, sino, porque ha sido inflado para convertirlo en el villano favorito del gobierno federal.
De entrada, no es uno de los hombres, ni lejanamente, más ricos del país, tampoco es un ideólogo de la derecha como lo pudo ser Eugenio Garza Sada, Raúl Baillères o Lorenzo Servitje y mucho menos, está al nivel de Manuel Gómez Morin o Carlos Castillo Peraza.
En realidad, González, es producto de la pobreza intelectual que aqueja a la oposición en su conjunto, es decir, sobresale por default, al no existir liderazgos carismáticos al interior de la cúpula empresarial. En términos prácticos, reproduce ‘las recetas para el desarrollo’, pergeñadas en universidades gringas, un tecnócrata trasnochado pues.
Además, pretender que manipula a Marko Cortés, Alito y Jesús Zambrano, es una vacilada, los tres politicastros son, por definición, defensores de la partidocracia, por lo que, el único objetivo que los mueve, es conservar el registro de su partido, antes que impulsar un proyecto de carácter ciudadano.
Claudio está, gracias a su principal publirrelacionista (YSQ), en sus 15 minutos de fama, lo cual, quizá, le redunde en una posición legislativa plurinominal. Por lo demás, dijera Mao, no pasa de ser un tigre de papel…bueno, digital.
Alguien dice, como un día dijo Sadam Hussein, que será la madre de todas las batallas, la elección del Edomex. Otros dicen qué no. Que no va a influir en la gran elección de 2024. Lo que es un hecho es que Delfina Gómez va a la cabeza y puntea, según encuesta de diario El País, con un poquito más de 10 puntos de su contrincante, Alejandra del Moral, de la Coalición. Muchos ojos están pendientes en esa elección, que se ve reñida, porque la de Coahuila se la gana el PRI, corroborando las sospechas de Dante Delgado Rannauro, que dijo no irían con ellos porque habían pactado estos dos resultados con Morena y AMLO. Eso dijo Dante. Lo que es un hecho es que el nenorro, primo de Peña Nieto, Alfredo del Mazo Maza, ni las manos metió. Unos aseguran que fue amenazado, que le exhibieron sus millones en Andorra y le dijeron: «Te aquietas o te aquietamos». Se aquietó. No mete las manos en la elección porque, dicen sus cuates, está amenazado. O quizá en el futuro vea una embajada, como aseguran que se va a Israel, con los judíos, el ex gobernador de Hidalgo, Omar Fayad. Delfina se sentará en el asiento que una vez se sentó Enrique Peña Nieto, para de allí partir a Los Pinos. Era un feudo priísta, más de 94 años gobernando sin miramientos, sin tomar prisioneros en las elecciones, eran invencibles; desde 1929 allí solo sus chicharrones tronaban. Vieron nacer el Grupo Atlacomulco, que un tiempo el profesor rural, Carlos Hank González, lo lideró como Churchill en la Segunda Guerra Mundial, con sangre, sudor y lágrimas. Donde tres del Mazo gobernaron, el padre y el abuelo de este padrotín de copetín. Isidro Fabela, Gustavo Baz, Carlos Hank González, Jorge Jiménez Cantú, Mario Ramón Beteta, Pichardo Pagaza, Cesar Camacho, Chuayfett, de allí aprendían a hacer política y llegaban a ser secretarios de Gabinete. Unos buenos, otros regulares, todos ellos, tentones, como Arturo Montiel Rojas, que salió demandado por su mujer francesa y se armó un escándalo mundial, hasta en el Hola salió el muy pillín. Una periodista bella que, cuando le vino a hacer una entrevista de gobernador, y ya apuntaba el tipo para ser candidato a la presidencia del país, se enamoró de ella y le cantó como José José: ‘Amor como el nuestro, no hay dos en la vida’. Allí ya no volverán a gobernar. Morena llegó un día y los despide de esa tierra, que era patentada por y para ellos, según las encuestas. El profesor Hank se revolverá en la tumba.
TIRAR LA CASETA.
Los presidentes de organismos empresariales de la zona Córdoba-Orizaba, le han pedido al secretario de SICT, Jorge Nuño Lara, tirar la caseta de Capufe de Fortín. Ya sea que ellos colaboren con maquinaria de sus empresas, porque, corre el riesgo de que haya un accidente, aunque pasan despacio siempre para los tráileres doble caja es un riesgo. Y tienen temor también que un día vuelvan a cobrar, cosa que ya no ocurrirá, porque Nuño tiene palabra y es un hombre serio y esa decisión fue avalada por el presidente AMLO. O sea, de que vuelven a cobrar nomás no.
ESOS TIGRES
Trascendió durante todo el fin de semana, cuando los Tigres se convirtieron en campeones y exhiben fotografías de su triunfo y celebraciones. Una de ellas es del gobernador de Nuevo León, Samuel García, que esa misma noche-madrugada volaron en el avión fletado especialmente, de Viva Aerobús, rumbo a la Sultana del Norte, y se ve feliz festejando con el equipo y los directivos. Acarició el triunfo, se veía muy contento con su camiseta de Tigres, como cuando ganó la gubernatura con el partido MC. Ahora, a lo mejor quiere la presidencia del país. Y ser campeón de nuevo.