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Alejandro Ávila | Veracruz. | 03 Mar 2025 - 13:11hrs
El investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Josafat Raúl Morales Rubio, alertó sobre la problemática de huachigas que azota a México, sobre todo en los estados de Puebla, Tlaxcala y Veracruz; al respecto, dijo que esto debe entenderse como una perspectiva global donde participan bandas que roban el ducto en comunidades y empresas distribuidoras del producto.
Para el integrante de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de dicha institución educativa, esta problemática del huachigas no se puede entender con una sola participación, sino con participación de diversos grupos e incluso con empresas legalmente establecidas.
“Es importante considerar el hecho que muchas veces cuando pican estos ductos (…) hay que verlo desde una perspectiva global, una problemática con el gobierno, con las comunidades, con las empresas, no se puede ver como un fenómeno aislado y no se puede tomar el asunto como solo cerrar un ducto y se soluciona”, señaló.
Durante el año pasado, fueron detectadas en el país un total de 953 tomas clandestinas para llevar a cabo el robo de gas Lp, un fenómeno delictivo conocido como “huachigas”, el cual –según el analista universitario- ha rebasado a los gobiernos municipales y estatales y se conforma de toda una cadena que incluye a comunidades y a empresas legales e ilegales de distribución.
“Diría que el problema del huachigas, como en su momento el problema del huachicol, ha rebasado a los gobiernos municipales y de los estados (…) y efectivamente en los estados del centro del país es donde vemos más este fenómeno”, alertó.
Y es que de acuerdo con el Instituto para la Gestión, Administración y Vinculación Municipal, el mayor número de tomas clandestinas para cometer el huachigas fueron detectadas en los estados de Puebla, Veracruz, Tlaxcala y Estado de México, entidades que se encuentran en el top ten de este ilícito.
En el estado de Puebla se detectaron 426 perforaciones ilegales en ductos que transportaban gas lp, es decir se identificó una toma cada 20 horas; en tanto en Veracruz se ubicaron 245 tomas clandestinas, con un promedio de una al dia.
Mientras que en Tlaxcala, una entidad donde el fenómeno de robo de combustibles es cada vez más frecuente, fueron encontradas 127 tomas clandestinas, una casi cada tres días; y en el Estado de México se contabilizaron 94
“Lo que estamos viendo es que los grupos delictivos empiezan a buscar otras formas de negocios y cuando parece que se les cancela uno, migran a otro tipo de trabajos, el problema es que aunque las autoridades han buscado mayor coordinación en los niveles de gobierno estatal municipal, parece que esto no ha sido suficiente”, consideró
El problema del huachigas y huachicol -expuso el doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad Iberoamericana- es que está impactando a las comunidades, pues hay casos de jóvenes estudiantes que prefieren dejar la escuela para trabajar como halcones para los grupos delictivos.
“Los maestros comentan que muchas veces los niños prefieren no ir a clases porque les dan trabajo de halcones para avisar cuando llegan autoridades y esto lógicamente impacta en la formación académica y grado de estudios, todo por 200 o 300 pesos que les dan y esto afecta a las propias comunidades”, detalló.
Además, destacó que esta problemática del huachigas no se puede entender con una sola participación, sino con participación de diversos grupos e incluso con empresas legalmente establecidas.
“Es importante considerar el hecho que muchas veces cuando pican estos ductos (…) hay que verlo desde una perspectiva global, una problemática con el gobierno, con las comunidades, con las empresas, no se puede ver como un fenómeno aislado y no se puede tomar el asunto como solo cerrar un ducto y se soluciona”, señaló.
Una solución dijo, sería una verdadera coordinación entre diferentes niveles de gobierno y también por una integración de las comunidades, hacerlas partícipes y buscar otras soluciones de fuentes de trabajo.
“Muchas veces las comunidades se acostumbraron a vivir de eso y es muy difícil que una vez que se acostumbran lo dejen, van migrando de una actividad delictiva a otra, muchas veces no lo hacen por ser malas personas sino porque es la única fuente de trabajo que hay en las comunidades”.