20 de Mayo de 2025 | 16:15
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La doble cara del poder: la imagen que resume una administración coatzinteca
La fotografía que acompaña este texto fue tomada, según confirmaron fuentes cercanas, en las instalaciones del Palacio Municipal de Coatzintla, durante la administración 2014–2017 encabezada por César Ulises García Vázquez. Lo que a primera vista podría parecer una imagen casual, es en realidad un retrato crudo del tipo de gobierno que muchos coatzintecos no quieren repetir.

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Noreste | Coatzintla | 20 May 2025 - 12:12hrs

En la imagen aparece el entonces alcalde posando sonriente, al interior de lo que parece una oficina o camerino improvisado, junto a una bailarina con vestuario carnavalesco. Al fondo, otra mujer en ropa de espectáculo se retira del encuadre. Y, al frente, un niño —sí, un niño— se encuentra presente en la escena.



Es aquí donde lo político deja de ser asunto público y se convierte en asunto moral.
Porque más allá del folclor, lo que indigna es el contexto. Un palacio municipal convertido en camerino de espectáculo, funcionarios relajados en horarios oficiales, y un ambiente que deja claro cuáles eran las prioridades de quienes tenían en sus manos la responsabilidad de gobernar.



Y lo más grave: la presencia de menores en un ambiente no apto ni apropiado, en un evento evidentemente privado y ajeno al deber institucional.



Este tipo de imágenes son las que la ciudadanía guarda en la memoria. No se trata de moralismos, se trata de ética pública, de respeto por las formas y los espacios del servicio. De entender que el poder no es una licencia para banalizar la responsabilidad.



Y hoy, en pleno 2025, mientras César Ulises continúa moviendo los hilos desde las sombras —postulando candidatas, reciclando aliados y vendiendo discursos de “transformación”—, el pueblo coatzinteco recuerda imágenes como esta.



Porque una imagen así no es anecdótica. Es simbólica. Representa un modelo de gobierno donde lo público se confundía con lo privado, donde el Palacio se volvió escenario, y donde la frivolidad eclipsó el deber.



Ahora que muchos de esos actores políticos —como Lorena López Velázquez o Edgar de la Calleja— buscan continuar ese legado disfrazado de novedad, es justo preguntarse:
¿De verdad queremos más de lo mismo?
El pueblo tiene memoria. Y la dignidad no se disfraza.