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Sobre vampiros y sangre artificial
DAVID VALLEJO
CÓDIGOS DEL PODER

03 Jun 2025

Mayo trajo cosas curiosas. El calor empiezo a romper la primavera, los mangos se derritieron en las esquinas, y en algún rincón oscuro del calendario apareció, sin hacer ruido, el Día Mundial del Vampiro. Se celebró el 26, aunque nadie sabe muy bien por qué. Quizá porque fue en mayo cuando Drácula vio la luz por primera vez, publicado en 1897 por Bram Stoker. Quizá porque este mes, entre eclipses y supersticiones, se prestaba a rendir homenaje a esos seres que, mitad muertos, mitad eternos, vivían del rojo que corre por nuestras venas.


Lo fascinante de los vampiros es que nunca mueren. Cambian de forma. Se ocultan en novelas, series, en el maquillaje de adolescentes góticos o en metáforas de la vida moderna. Pero su obsesión es siempre la misma: la sangre. La idea de que en ese líquido espeso y vital hay algo más que glóbulos y plasma. Que ahí reside el alma, la energía, la eternidad.


Y tal vez, sin proponérselo, la ciencia moderna esté empezando a darles la razón.


En los laboratorios del presente, alejados de los castillos de Transilvania, un grupo de investigadores está creando una nueva sangre. Un sustituto. Una versión artificial capaz de transportar oxígeno, salvar vidas, y redefinir lo que significa ser humano. El proyecto más ambicioso se llama ErythroMer, y está siendo desarrollado en Estados Unidos con el apoyo del ejército. No es ciencia ficción. Es un producto real, en fase de prueba, que utiliza hemoglobina reciclada y nanopartículas para crear una sangre universal, que no necesita refrigeración, que puede almacenarse por meses, y que podría usarse en ambulancias, zonas de guerra, quirófanos y misiones espaciales.


Lo extraordinario de ErythroMer es que imita lo que nos hace funcionar, sin depender de donaciones, ni compatibilidades, ni bancos de sangre que a veces no llegan a tiempo. Es una especie de “sangre en polvo”, lista para activarse cuando hace falta. Y si esto funciona, podríamos estar al borde de un cambio histórico: la medicina dejaría de depender de cuerpos humanos para alimentar cuerpos humanos. La sangre dejaría de ser exclusivamente nuestra.


En Europa, el avance va por otro carril, igual de impresionante. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) trabaja en la creación de glóbulos rojos sintéticos. El objetivo es más ambicioso aún: crear una sangre completamente artificial, universal, y sin efectos secundarios. Una sangre que pueda servir para cualquier persona, en cualquier momento, sin importar su tipo sanguíneo. El sueño de cualquier hospital. El fin de las campañas desesperadas por donadores. El inicio de una nueva biología.


El camino no es fácil. La sangre es más compleja de lo que parece. No es sólo un medio de transporte. Es un ecosistema líquido. Tiene ritmo, memoria, defensas, personalidad bioquímica. Reemplazarla no es como fabricar suero o insulina. Es como intentar replicar el río que somos por dentro.


Pero ahí vamos. A paso firme. Con bata blanca en vez de capa negra. Lo que los vampiros robaban en la ficción, la ciencia está empezando a producir en el laboratorio. Y eso abre preguntas fascinantes. ¿Qué pasa si ya no necesitamos donaciones? ¿Qué ocurre si un día podemos elegir qué tipo de sangre llevar dentro? ¿Podríamos personalizarla, mejorarla, convertirla en algo más eficiente? ¿Y si eso nos vuelve menos vulnerables? ¿O menos humanos?


Tal vez el vampiro del futuro ya no beba sangre, sino que la diseñe. Tal vez no necesite colmillos, sino una impresora molecular. Tal vez la verdadera inmortalidad esté en controlar aquello que antes sólo circulaba, sin pedir permiso, por debajo de nuestra piel.


En todo caso, este mayo, mientras los supersticiosos recuerdan a los hijos de la noche, los científicos están creando algo que haría temblar al mismísimo conde Drácula. Porque si la sangre era lo último que seguía siendo exclusivamente humana, eso también está por cambiar.


¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto si la IA y los vampiros lo permiten.


Placeres culposos: Esta semana empiezan las finales de NBA y hablando de vampiros, Salem’s Lot de Stephen King.


Un Vampiro de esos que se hacen con tequila, para Greis.


Esta es opinión personal del columnista