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Con información de La Jornada | Guadalajara, Jal. | 13 Nov 2024 - 17:30hrs
El gobernador Enrique Alfaro presentó un informe sobre las acciones emprendidas para sanear el río Santiago durante los seis años de su administración, las cuales, dijo, requirieron “más de 7 mil millones de pesos” para “escribir una nueva historia”.
En tanto, durante las actividades del Seminario Permanente en Estudios del Agua, en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), especialistas sobre el tema hídrico insistieron sobre la grave contaminación que prevalece en ese cauce y en el lago de Chapala, donde nace el Santiago.
Según Alfaro, durante su sexenio se invirtieron 7 mil 333 millones de pesos para que comiencen a “verse mejoras en la calidad del agua”, lo cual afirmó, “nos llena de orgullo el poder entregar resultados y demostrar que lo que nos comprometimos a hacer no fue un discurso de campaña, ni un planteamiento de intenciones sino un compromiso claro para no fallarle a las y los jaliscienses”.
Desglosó que la estrategia que siguió su gobierno usó 6 mil 725 millones de pesos para saneamiento y salud con 20 plantas de tratamiento, incluyendo operación y mantenimiento; 59 kilómetros de colectores, 20 estaciones de monitoreo de calidad de agua, desazolve y control de maleza acuática y se pusieron en funcionamiento 4 hospitales en la zona con especialidades en tratamientos renales.
Los restantes 608 millones de pesos fueron destinados a lo que llamó una “agenda de carácter ambiental y social” para el manejo de áreas naturales protegidas, gestión de residuos, programas ante cambio climático y en infraestructura social como centros comunitarios, vías de comunicación, espacios públicos y educativos.
Reconoció que a pesar de la multimillonaria inversión se pasó del 64 al 75 por ciento de cobertura de saneamiento en el río, pero anticipó que Pablo Lemus, su correligionario de Movimiento Ciudadano y gobernador electo que inicia su administración el próximo 6 de diciembre, llegará al 99 por ciento para lograr “otro momento muy distinto en la realidad de nuestro río”.
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El lunes en el ITESO, el filósofo y antropólogo Jorge Martínez Ruiz, especialista y autoridad internacional en temas hídricos, dijo durante el seminario permanente en estudios del agua que habitantes de la ribera del Santiago en municipios como Juanacatlán o El Salto, tienen mucha agua “pero no la pueden beber ni tocar porque está contaminada”.
“Chapala es otra historia de saqueo, especulación, contaminación urbana, plagas y plantas urbanas. Hay que articular el saber local con las tecnologías modernas, los recursos de los estados con la cultura de los pueblos”, declaró.
Al continuar el seminario, también se informó sobre los resultados de la investigación entre 2019 y 2023 “Violación a derechos humanos en situación de crisis sociohídrica como problemática compleja” que tuvo como epicentro de estudio al lago de Chapala a partir de una denuncia ante el Tribunal Latinoamericano del Agua.
Los hallazgos de la investigación, así como el proceso de trabajo, están documentados en el libro Crisis sociohídrica en la ribera del lago de Chapala, que fue coordinado por la académica Susana Herrera Lima y que concluyó sobre la existencia de numerosos casos de enfermedad renal entre los habitantes de la ribera del lago, específicamente de las poblaciones de Mezcala de la Asunción y San Pedro Itzicán.
“Los resultados fueron la evidencia del alto grado de contaminación de diversos tipos, pero sobre todo de bacterias, en el agua que se suministra y es consumida por los habitantes”, dijo Herrera.
Entre los hallazgos de la investigación sobresale que en todas las muestras tomadas hay presencia de coliformes fecales, químicos, residuos de fertilizantes, además de otros contaminantes “nuevos” que ni siquiera están enlistados en la Norma Oficial Mexicana.
Como en el caso de Martínez Ruiz, la investigadora reiteró la importancia de que más allá de obras de infraestructura se debe involucrar a las personas de las comunidades afectadas para que participen no sólo como fuentes de información, sino como generadoras activas de conocimiento.
“Las ciencias sociales y naturales deben converger con el conocimiento de las personas que están viviendo las situaciones. Ahí el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil es fundamental, porque son un nexo entre la academia y las personas afectadas. Todos los conocimientos son útiles, pero deben articularse”, concluyó.