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Con información de Milenio | Estados Unidos. | 25 Nov 2024 - 12:09hrs
Una boda elegante sucede frente al mar caribe de Playa del Carmen, el 11 de octubre de 2019. Las iniciales de los novios L & L se leen a un costado del altar en el club Punta Venado Beach. Ningún “invitado especial”, como suelen decir estas invitaciones, sospecha que está ante el preludio de una tremenda estafa financiera.
Luis Alberto Pérez Zamorano es el novio a punto de dar el sí. Algunos de los asistentes –amistades de la infancia y familiares de la novia– formarán parte de una larga lista, 10 mil clientes engañados por Grupo Inverforx –el fraude millonario más grande de este siglo en México–, que se fue tejiendo durante la administración de Silvano Aureoles Conejo, exgobernador de Michoacán, que involucró a Pérez Zamorano con funcionarios de su administración.
La prima, Nayelli Zamorano, la wedding planner, se encargó de diseñar y enviar las invitaciones a través de Mavelle Style, empresa dedicada a organizar bodas de superlujo. Ahí mostraba el perfil idílico del novio: financiero, emprendedor de corazón, chavorruco y aventurero por convicción. Incluía fotos de la pareja, se veía su amor por los viajes y las bandas de rock. Desde 2018, ya se anunciaba en sus redes sociales como el gurú financiero. Y apenas hace un año apareció el registro de su cédula profesional en Finanzas: 13365370.
El novio fue seduciendo a familiares, amigos y potenciales clientes con cenas lujosas en la zona hotelera de Cancún, Quintana Roo. Mientras disfrutaban del menú y una cata, los asesores de Grupo Inverforx proyectaban gráficas en Power Point con los servicios y beneficios excepcionales y rendimientos que ofrecía la empresa. Una vez cedieron la palabra a Alex, un cliente, que había invertido durante dos años y había prácticamente duplicado sus ganancias. Le dieron el micrófono con el fin de que compartiera su testimonio de éxito
“Los asesores me señalaron en la cena y comentaron que yo ya había invertido con ellos y me invitaron a dar testimonio de las ganancias que había obtenido y respondí que sí, que me habían regresado mi capital y un buen rendimiento. Mi esposa y yo éramos los únicos que habíamos invertido, porque esa cena era para atrapar a más clientes”, dice.
Los anfitriones eran los asesores de Inverforx, la empresa que Pérez Zamorano creó en México con la razón social de Strategic Capital Agency, S.A.P.I. de C.V., el 30 de mayo de 2019, con un giro mercantil y de construcción.
A los potenciales clientes, en esas cenas, les ofrecían invertir en litio, oro, petróleo, plata, cobre, azúcar, trigo y prácticamente duplicar su capital. Los asesores se dividían entre juniors y seniors y su perfil, en la mayoría de los casos, era de familiares de clientes de Inverforx con buenos resultados o exempleados bancarios que habían conocido a Pérez Zamorano en su paso como empleado de firmas como HSBC o Actinver.
“Lo que más importaba es que tuvieras una buena cartera de clientes –algunos tenían hasta 100 personas– para que te contrataran. Yo me postulé al trabajo. A mi papá, durante los cuatro años que invirtió con Pérez Zamorano, siempre le habían pagado puntualmente sus rendimientos. A mí, como asesor junior, me pedían una cuota mensual de un millón de pesos en inversiones”, dice Omar, quien demandó laboralmente a Inverforx por haber dejado de pagarle su salario de tres mil pesos quincenales durante siete meses.
Los asesores hacían promesas de rendimientos de hasta 81 por ciento, a nueve meses, cuando la banca ofrece alrededor del 10.5 por ciento anual. Tentador, ¿no? Sus víctimas invirtieron desde los 20 mil hasta los 60 millones de pesos.
“Y sobre todo creímos, porque era gente de ‘confianza’. Amigos, sobrinos, primos y asesores que nos convencieron. ¿Quién no le cree a un asesor financiero?, yo pensaba que ellos sabían, ése era su trabajo”, lamenta una de las víctimas de Inverforx.
Inverforx es la estafa piramidal más grande de este siglo
Alex, amigo de la pareja y quien pide proteger su identidad, así lo sedujeron y da fe de su testimonio en la cena de Cancún. Lo engancharon con el retorno de sus primeras inversiones hasta que decidió juntar los ahorros de su vida con la jubilación de sus padres. Mientras más dinero lograra reunir, supuestamente, mejores condiciones podrían conseguirle. Él y su familia invirtieron más de 4.4 millones de pesos: iba a poder liquidar su hipoteca y asegurarles un mejor futuro a sus papás, y lo perdió todo al cabo del tercer año.
Por número de clientes y demandas, por el enorme capital que invirtieron las víctimas y exorbitantes rendimientos ofrecidos, Inverforx se convirtió en la estafa piramidal más grande de este siglo (donde las ganancias que obtienen los primeros inversionistas provienen de los recursos aportados por nuevos clientes) en el país. Inventaron un sistema de cuatro clasificaciones para sus clientes de acuerdo con sus inversiones, que iban de bronce a platino. El que mejor categoría tuviera, ganaba beneficios.
“[Los anfitriones] argumentaban que tenían estrategias de inversión en el extranjero, en la Bolsa de Londres. En su momento y luego de una buena experiencia durante los primeros dos años con Inverforx, decidí asociarme con mis familiares e invertimos todo lo que teníamos”, dice Alex a DOMINGA.
Algunos asesores se convirtieron en sus propios clientes. El gancho laboral de Inverforx hacia ellos estaba en ofrecerles comisiones del 8 al 14 por ciento de las inversiones que lograran llevar a la empresa. “Mi familia y yo perdimos los últimos 500 mil que invertimos, pero antes de eso, durante cuatro años, nos pagaron muy puntal”, dice Omar, exasesor de Inverforx.
Los tres abogados que representan a las víctimas en la Ciudad de México han interpuesto 515 demandas: Édgar Alejandro Gutiérrez, Rodolfo Martínez (de Trusan & Roma) y Fernando Lozada. Descubrieron que el modus operandi era estudiar a los clientes con un cuestionario para saber cuánto era lo que ganaban, a qué se dedicaban y claro, en un principio, con inversiones pequeñas sí les regresaban su capital y ganancia.
“Buscaban ganar la confianza de la víctima, hasta que los clientes decidían poner toda la carne al asador, invirtiendo cientos de miles o millones de pesos, entonces ahí era cuando ya no les regresaban el capital”, dice el abogado Lozada.