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Noreste | Poza Rica, Ver. | 27 Feb 2025 - 09:30hrs

La urbe petrolera atraviesa una etapa crucial en su vida pública y política, marcada por la posibilidad de recibir inversiones que podrían detonar el desarrollo regional.

Sin embargo, para aprovechar estas oportunidades, se requiere un liderazgo joven con visión, energía y capacidad demostrada para enfrentar los desafíos económicos, sociales, culturales, educativos y de seguridad que aquejan a la ciudad.

La ciudadanía comienza a exigir perfiles que no solo ocupen cargos, sino que impulsen transformaciones reales con ideas innovadoras, porque lo obsoleto ya no sirve.

No se trata solo de una cuestión generacional, sino de reconocer que quienes entienden la dinámica actual del mundo tienen mayores posibilidades de conectar con los inversionistas, gestionar recursos y proponer soluciones acordes a los nuevos tiempos.

Durante las últimas tres décadas, el estancamiento ha sido una constante. Los mismos grupos políticos acaparan los espacios de poder con prácticas añejas que han frenado el desarrollo.

Las administraciones pasadas, con rostros reciclados, han apostado por fórmulas obsoletas que han dejado a Poza Rica atrapada en el rezago. Obras pequeñas y sin impacto, sumadas a una visión limitada del potencial de la ciudad, han sido la marca de quienes han gobernado con la lógica de la supervivencia política antes que con la visión de progreso.

El contexto actual exige un cambio profundo. La crisis global, los avances tecnológicos y la transformación social requieren que las candidaturas se renueven, apostando por jóvenes con experiencia, preparación y visión de futuro.

Uno de los principales retos es romper con la dependencia casi total del presupuesto público como única vía para realizar obras. Los jóvenes líderes con visión pueden atraer inversiones privadas, aprovechar los programas internacionales y nacionales de desarrollo sostenible y gestionar recursos con una perspectiva dinámica, visión que la vieja y cansada escuela ya no tiene.

Poza Rica necesita proyectos que vayan más allá de banquetas, domos y módulos sanitarios, como la creación de clústeres tecnológicos, culturales, así como infraestructura deportiva de primer nivel y estrategias para el desarrollo turístico y cultural.

El riesgo de seguir con las mismas caras de siempre es repetir los mismos errores. Aquellos que ya ocuparon cargos y no lograron cambiar la realidad de la ciudad difícilmente lo harán ahora.

El discurso de la experiencia pierde valor cuando los resultados son escasos o nulos. La pregunta es inevitable: ¿Por qué confiar en que quienes no lo hicieron antes ahora sí podrán hacerlo? Poza Rica no puede darse el lujo de hipotecar su futuro con liderazgos agotados.

Este podría ser el último llamado para evitar el rezago irreversible. La migración de jóvenes, la fuga de talento y la falta de oportunidades ya son una realidad. Solo un liderazgo renovado, con energía, creatividad y compromiso, puede contener este fenómeno.

La ciudadanía lo sabe y, cada vez con más fuerza, exige una revolución en la forma de hacer política, donde el poder se ponga al servicio de la transformación y no de la perpetuidad. El cambio no solo es necesario, sino urgente.