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Militares cumplen el último deseo de un joven con cáncer terminal
Entre lágrimas y oraciones, la Guardia Nacional y la Sedena hicieron posible que Rubén regresara a casa para despedirse de su familia.

Isaac Carballo Paredes | Huayacocotla | 26 Oct 2025 - 10:54hrs

En un acto de profundo humanismo y valor, elementos de la Guardia Nacional y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se convirtieron en los héroes de una historia que conmovió a propios y extraños. Durante un recorrido de auxilio en comunidades afectadas de la Sierra de Huayacocotla, los uniformados fueron abordados por pobladores desesperados que pedían ayuda para cumplir el último deseo de un joven enfermo de cáncer: volver a casa para morir en compañía de su familia.




Sin dudarlo, los militares suspendieron y unieron esfuerzos para hacer realidad ese anhelo. Con apoyo del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), encabezado por Amelia Negrete González, se organizó el traslado hacia la comunidad de Tecapa, municipio de Llamatlán. Mientras se transportaban costales de arroz y frijol como parte de la ayuda humanitaria, también se preparaba el improvisado viaje de Rubén Hernández Andrés, quien afrontaba sus últimos momentos con serenidad y rodeado del amor de su pueblo.




La escena fue profundamente conmovedora. Vecinos, familiares y figuras religiosas se congregaron entre oraciones y lágrimas, despidiéndose de Rubén en su lengua natal, el náhuatl. Soldados y habitantes trabajaron hombro con hombro para subirlo a una camioneta, y luego a un helicóptero que lo llevaría a su hogar. En un gesto simbólico, colocaron su cama sobre costales de arroz y frijol, recordando que incluso en la pobreza, la solidaridad puede levantar esperanzas.




Cuando la aeronave despegó, el silencio se mezcló con el sonido del rotor y los sollozos de la multitud. Hombres, mujeres y niños levantaron las manos en señal de gratitud, reconociendo la nobleza y el compromiso de los militares. En el punto de destino, un grupo de jóvenes ya esperaba para continuar el traslado, mientras el piloto Agustín Galva ofrecía palabras de consuelo a la familia visiblemente conmovida.




El acto dejó una huella imborrable entre quienes fueron testigos. Los elementos de la Guardia Nacional y la Sedena regresaron con el orgullo de haber cumplido su misión más humana, que es servir con el corazón. Para la población, esta hazaña no solo devolvió a Rubén la paz de su hogar, sino que recordó a todos que la verdadera fuerza de México no está en las armas, sino en la compasión de quienes visten el uniforme.