Por enésima ocasión AMLO evidencia su necesidad de controlar al Poder Judicial de la Federación.

 

El presidente López, en una de tantas mañaneras urge a la presidenta de la SCJN, Norma Piña, que atienda y resuelva lo que a él le interesa.

 

Esta vez se trata de 35 mil millones de pesos que, según AMLO, deben pagar algunos empresarios por concepto de impuesto.

 

Al presidente le urge dinero antes de abandonar el cargo. Claro, deja las arcas vacías y con deudas a Claudia Sheinbaum. Por eso instruyó a varias Secretarías de Estado a no gastar, que ahorren. Espera salvar varios miles de millones de pesos y dejarlos como herencia ante el desfalco que causó a las finanzas públicas. AMLO acabó con todo el dinero público que le dejaron y derrochó con singular imbecilidad.

 

AMLO también evidenció en su mediático -nuevamente- programa a jueces por haber dejado en libertad a presuntos delincuentes. La pretensión de López, exhibir a los impartidores de justicia como corruptos, excusa que justifica su iniciativa de reforma que desmantela toda la estructura de impartición de justicia.

 

Resulta obvio que el presidente Andrés López, no tiene la menor idea de lo que significa la impartición de justicia, por eso mediatiza con argumentos falaces la necesidad de “barrer” con todos los impartidores de justicia y sustituirlos por otros salidos de algún sorteo o tómbola que puedan ser fácilmente manipulables a los intereses del poder mediático del ejecutivo federal. Simple, pero efectiva la trampa.

 

Lo mismo sucede con los secuaces que arriban a la mañanera para que expliquen pública y mediáticamente los supuestos abusos de autoridades judiciales. Otros ineptos en materia de justicia. Quienes escuchan las mentiras, simplemente aceptan como verdad la descalificación vertida desde la mañanera.

 

No faltan los o las “abogadas” que están de acuerdo con la propuesta, simplemente por ser de tendencia morenista o abiertamente morenistas. Ellos felices porque corran al personal que imparte justicia: los hacen esperar en los juicios, argumentan. Así de simplones sus descabellados “argumentos”. Lo leo en comentarios de grupos de Abogados.

 

Si bien la mayoría de estos Abogados no están de acuerdo con la torpeza de los argumentos, los espurios existen y se suman al clamor de “quemar vivos a jueces, magistrados y ministros”, en la hoguera del vituperio y la calumnia mediática. Simplemente a correrlos para que lleguen los ineptos en materia de Derecho -Laboral, Fiscal, Amparo, Civil, Administrativo, Penal, etcétera-.

 

Se trata de una sucia campaña desde el Poder Ejecutivo para poder manipular a las autoridades del Poder Judicial. Por eso sus desesperados llamados públicos para que ministros y ministras resuelvan lo que al presidente le interesa y no le importa en lo más mínimo hacerlo público. Ordena, además, que por oficio se le notifique a la presidenta de la SCJN.

 

AMLO evidencia su obsesión por acumular el poder antes de su partida. Dejarle a su sucesora los instrumentos legales para que ésta ejerza su influencia y, detrás de ella, el autor que se niega a dejar el poder.

 

Al presidente le interesa y mucho, cuidar sus espaldas.

 

Esos jueces y juezas, de continuar en el cargo judicial, serían sus potenciales enemigos. Podrían ser aquellos que juzguen sus tropelías y las de su “banda” de atracadores.

 

Llegando nuevos funcionarios al Poder Judicial, no sabrían qué hacer, más bien, les “temblarían las corvas” ante cualquier asunto relacionado con los López Obrador. De continuar los que hoy trabajan en el Poder Judicial, con la experiencia y defendiendo la autonomía que les otorga la Constitución, no dudarían en dar tramite a cualquiera de esos asuntos espinoso.

 

AMLO quiere protegerse de cualquier peligro futuro, doblegando al personal del Poder Judicial de la Federación.

 

Otra razón más de su amañada iniciativa y funesta campaña de calumnias oficializadas y orquestadas desde la cima del Poder.

 

Nada que limpiar al Poder Judicial de la corrupción a través de su iniciativa, reza la campaña. Otra más de sus falacias. De prosperar, México tendrá un sistema judicial despreciable. Cualquier oficial mecanógrafo, tendrá más conocimientos que los jueces improvisados, licenciados, que no Abogados, listos para lanzarse por un cargo público que no requerirá más requisitos que estar bien con quienes manipularán el poder para acceder a esos cargos.

 

Mientras los destructores continúan con las sucias campañas de denuestos desde el mismo autor de la frustrante iniciativa de reforma a la Constitución, esos que pugnan por acabar con la autonomía y sapiente sistema judicial que se caracteriza por la carrera judicial de años y sin improvisaciones.

 

Ese grupúsculo de nefastos apátridas sabe que actualmente no pueden “sugerir” a juez alguno que decante sus sentencias en pro o en contra de sus intereses personales o políticos. Llegando los ineptos, podrán intimidarlos fácilmente para que accedan a sus peticiones.

 

Están a punto de romper el único “dique constitucional” que controla y puede procesar los abusos del poder público. De llegar a eliminar ese flanco, como es su oprobiosa intención, nada los detendrá.

 

Es tan nefasta la pretensión de doblegar al Poder Judicial Federal, que organismos internacionales financieros, empresariales y gubernamentales expresan su preocupación. Todo en detrimento de México.