12 de Diciembre de 2024 | 12:50
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El imperio de los bits y los sueños de grandeza
DAVID VALLEJO
CÓDIGOS DEL PODER

12 Dic 2024

Las tendencias tecnológicas definen un nuevo mapa del poder mundial. Atrás quedaron los días en que la riqueza se medía en territorios conquistados o fábricas industriales. Hoy, el dominio pertenece a quienes controlan los algoritmos, generan patentes y transforman ideas en realidades disruptivas. En este juego, hay líderes claros, aspirantes que coquetean con la grandeza y espectadores que ni siquiera entienden las reglas.


La inversión en tecnología se ha convertido en el termómetro del progreso. En 2023, Estados Unidos consolidó su posición de titán con miles de millones destinados a investigación y desarrollo. El presidente Joe Biden inyectó casi 8 mil millones de dólares a Intel para revitalizar la producción de microprocesadores, asegurándose de que Silicon Valley siga marcando el ritmo del mundo. Pero el verdadero golpe maestro ha sido atraer talentos globales: ingenieros indios, matemáticos rusos, programadores chinos. El sueño americano no es producir genios, sino comprarlos. Y funciona.


China no queda atrás. Con una estrategia que mezcla paciencia histórica y ambición moderna, lidera en solicitudes de patentes con más de 1.6 millones en un solo año. En sus laboratorios, diseñan inteligencia artificial que redefine lo humano, tecnología cuántica que resuelve lo imposible y vigilancia digital que controla al mundo. El pragmatismo chino no conoce límites. Su enfoque no es cuestionar el futuro, sino construirlo.


Japón, en cambio, destila contradicciones. Sus robots simbolizan la perfección técnica, pero el peso de una población envejecida y empresas que adoran la tradición ralentizan su avance. Sin embargo, sigue brillando. La robótica, los materiales avanzados y la nanotecnología mantienen a Japón como un samurái en meditación, listo para la acción cuando las condiciones sean perfectas.


Corea del Sur es la encarnación del milagro asiático. De ruinas a rascacielos en cuestión de décadas. Samsung y LG no son marcas; son estandartes de un país que decidió competir con los mejores y lo logró. La ciencia y tecnología en Corea son políticas de Estado, no meros discursos. Aquí no se trata de suerte, sino de visión y de una apuesta decidida por el conocimiento. Corea no espera, avanza.


Y luego está Finlandia, ese gigante nórdico disfrazado de pequeño país. Pocas naciones pueden presumir de un sistema educativo tan sólido que parece diseñado en un laboratorio. Aquí, la tecnología no es un lujo, es la esencia misma del progreso. Un país de apenas 5.5 millones de habitantes que lidera rankings globales en desarrollo tecnológico y sostenibilidad. En Finlandia, la innovación no se celebra, se respira.


El resto del mundo observa con asombro o indiferencia. En Europa, los debates interminables sobre ética en la inteligencia artificial ahogan la capacidad de actuar con rapidez. Mientras tanto, Asia capitaliza el 68.7% de las solicitudes de patentes globales. América Latina, atrapada en su propio laberinto de prioridades mal entendidas, se pregunta si las becas para emprendedores o las ferias del pueblo son suficientes para ingresar a este tablero. El contraste es brutal.


El liderazgo tecnológico surge de decisiones audaces. Países como Estados Unidos, China, Corea y Finlandia han entendido que la innovación es el nuevo motor de la humanidad. Celebran el fracaso como parte del aprendizaje, mientras otros lo condenan como el fin de la línea. Allí, los nerds son héroes, no anomalías sociales. La educación, la inversión y la ambición se alinean para producir genios que diseñan el futuro.


El tren de la tecnología no se detiene ni se desvía por aquellos que miran el pasado con nostalgia. Cada algoritmo, cada patente y cada avance científico son ladrillos en la construcción de un mundo que pocos comprenderán, pero todos habitarán. En este escenario, la mediocridad no tiene espacio. El futuro pertenece a quienes lo imaginan y lo construyen. Ser parte de él exige un cambio radical, y no todos están dispuestos a darlo. Pero la historia, implacable como siempre, ya está escribiendo su veredicto.


Estimados lectores, recuerden que el verdadero poder está en entender y no en decidir. ¿Voy bien o me regreso? Nos leemos en enero si la IA lo permite. Feliz Navidad.


Placeres culposos: La final del futbol mexicano; NFL: Buffalo Vs. Detroit y Pittsburgh Vs. Philadelphia; Han Kang, la vegetariana; y Natalia Lafourcade, live at Carnegie hall.


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David Vallejo


Politólogo y consultor político especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España.


Además esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente.


Esta es opinión personal del columnista