21 de Enero de 2025 | 08:05
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El Juego del calamar…real
DAVID VALLEJO
CÓDIGOS DEL PODER

20 Ene 2025

Hoy D. Trump rinde protesta para su segundo periodo como presidente de la nación más poderosa del mundo.


“La vida es como un juego, hay muchos jugadores. Sino juegas con ellos, jugarán contigo”.
Oh Yeong-Su


La geopolítica global es un espectáculo en el que los actores principales juegan a dominar el mundo mientras mantienen una sonrisa diplomática. Estados Unidos y China se enfrentan en un duelo que tiene la intensidad de un partido de ajedrez, pero con el caos de un juego de gallina a toda velocidad. El juego de la gallina (chicken game, en inglés) es un concepto que se utiliza en teoría de juegos para describir situaciones en las que dos o más partes enfrentan una decisión arriesgada y su desenlace depende de las acciones de los demás. Se asocia comúnmente con escenarios de confrontación donde ambos lados corren el riesgo de un resultado catastrófico si ninguno cede.


El enfrentamiento estratégico entre Estados Unidos y China, responde a incentivos profundamente arraigados y a la necesidad de demostrar que uno de ellos debe liderar el orden mundial, aunque a veces parezca que, con cada movimiento, el tablero entero se tambalea.


Desde la perspectiva de la teoría de juegos, lo que ocurre entre estas dos potencias es un modelo perfecto del dilema del prisionero. Estados Unidos y China tienen incentivos claros para cooperar en temas cruciales como la estabilidad económica, el cambio climático o la regulación de tecnologías emergentes. Sin embargo, la desconfianza mutua y el temor a que el otro saque ventaja los empuja a competir. Este fenómeno, por absurdo que parezca, refleja la condición humana: preferir dañar al otro antes que arriesgarse a ser el que cede. Lo más irónico es que ambos saldrían beneficiados con una estrategia de cooperación, pero la paranoia y el orgullo son barreras difíciles de superar.


La competencia entre ambas potencias se asemeja también a un juego de suma cero. La expansión militar de China en el Mar de China Meridional, sus avances en tecnología 5G y su Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative, BRI) buscan consolidar su influencia en Asia y más allá. Por su parte, Estados Unidos responde con sanciones, bloqueos tecnológicos y alianzas estratégicas como el T-MEC o el Quad. Esta dinámica crea un tablero donde cada movimiento busca desplazar al rival, dejando al resto del mundo como espectadores o piezas que pueden ser utilizadas según convenga. Países como India intentan aprovechar esta situación equilibrando sus relaciones con ambos gigantes mientras fortalecen su propia posición como potencia emergente.


El verdadero drama, sin embargo, se desarrolla en un juego de gallina a escala global. Cada país muestra su fuerza para disuadir al otro, ya sea a través de sanciones económicas, ejercicios militares o avances tecnológicos. El cálculo estratégico aquí es crítico: hasta qué punto cada jugador está dispuesto a tensar la cuerda sin romperla. La disuasión es la herramienta clave, pero requiere precisión y una lectura clara del adversario. Un error de cálculo puede transformar un simple enfrentamiento en un conflicto global con consecuencias devastadoras.


En este escenario, otros jugadores aprovechan los vacíos. Europa, aunque debilitada por las divisiones internas y los desafíos económicos, intenta posicionarse como mediadora y líder moral en temas como el cambio climático. Rusia, con su estilo impredecible y su gusto por desestabilizar a través de conflictos regionales, aprovecha la rivalidad entre Estados Unidos y China para aumentar su influencia en zonas clave. América Latina, en cambio, sigue buscando relevancia, atrapada entre su dependencia económica de ambas potencias y su falta de una visión estratégica unificada.


Lo fascinante de este juego es que, aunque parece diseñado para producir un ganador, las reglas están estructuradas de manera que todos los jugadores terminan sacrificando algo. La competencia global afecta a las potencias principales, pero también repercute en las cadenas de suministro, los mercados financieros y las decisiones cotidianas de los ciudadanos. Desde el precio de los alimentos hasta la disponibilidad de tecnología, cada decisión estratégica en este duelo tiene un impacto tangible en nuestras vidas.


El problema central radica en los incentivos actuales. Mientras el sistema premie la competencia por encima de la cooperación, las potencias seguirán atrapadas en un ciclo donde acumular poder individual tiene más valor que construir un orden colectivo. La teoría de juegos ofrece una salida: diseñar mecanismos que modifiquen los incentivos y promuevan la colaboración. Esto podría incluir sanciones coordinadas para conductas que desestabilicen el sistema global, acuerdos vinculantes con cláusulas de cumplimiento estrictas o la creación de instituciones internacionales renovadas que ofrezcan beneficios tangibles a quienes se comprometan con el multilateralismo.


Cambiar las reglas requiere voluntad política y visión estratégica, elementos posibles de cultivar en un sistema global fragmentado. Lo que este enfrentamiento deja claro es que los líderes globales enfrentan un desafío monumental: navegar un mundo interconectado donde las decisiones locales tienen repercusiones globales y donde la colaboración resulta esencial para evitar el colapso de un sistema construido, pieza por pieza, a lo largo de décadas.


El duelo entre Estados Unidos y China define esta era como un Juego del Calamar global, donde los jugadores no solo buscan ganar, sino sobrevivir en un entorno diseñado para enfrentar a cada participante con dilemas imposibles. Aquí, cada decisión se convierte en una prueba que pone a prueba los límites de la racionalidad, la confianza y el sacrificio. Igual que en la popular serie, no se trata de competir únicamente por ambición, sino de mantenerse en pie en un sistema que exige sacrificios constantes. La cooperación abre un camino hacia la sostenibilidad y el progreso, mientras la competencia descontrolada acerca a las potencias al abismo. Más que identificar un único ganador en este duelo, el verdadero reto consiste en garantizar que el tablero completo resista el peso de las ambiciones y las jugadas arriesgadas. Este es el desafío que marcará nuestro tiempo. Este es el juego en el que todos participan, conscientes de que cada decisión altera el destino colectivo. Por cierto, jugaremos muévete luz verde…Oraleee!!! Hasta la vista baby.


Bienvenida la tregua en Gaza, ojalá fuera eterna.


Placeres culposos:
libros muy cortos de los últimos dos premios Nobel de literatura: Han Kang, actos humanos y Jon Fosse, Hermana.


Jurado Número 2 en Netflix.


Steve Hackett, Live Magic at Trading Boundaries. Y para los trovadores lo nuevo de Pedro Guerra, Parceiros Vol.3 y Edgar Oceransky, Volver a abrir la puerta.


Ganaron los Bills, Ganaron los Bills, Ganaron los Bills. Josh Allen Vs. Patrick Mahomes, !!!hay tiro!!!


Crema de elote para Greis.


Esta es información personal del columnista