12 de Marzo de 2025 | 15:53
INICIO    ESTATAL    NACIONAL    INTERNACIONAL    NOTA ROJA    XALAPA    POZA RICA    CULTURA    VIRAL   
Ratón con pelo de mamut
DAVID VALLEJO
CÓDIGOS DEL PODER

12 Mar 2025

En un laboratorio de vanguardia, un ratón corretea ajeno a su propia anomalía: su pelaje es el primero en miles de años en portar la firma genética de un mamut lanudo. Es ciencia ficción convertida en realidad. Colossal Biosciences, la empresa de Ben Lamm, entre anuncios espectaculares y avances biotecnológicos genuinos, busca traer de vuelta al mamut, al dodo y al tilacino o tigre de tasmania. La ingeniería genética ha cruzado el umbral de la extinción y ahora juega con la posibilidad de reescribir la historia de la vida en la Tierra.


La clave detrás de esta resurrección es la edición genética con CRISPR, una herramienta que permite cortar y pegar genes como si fueran piezas de código en un programa. Colossal clona mamuts a partir de ADN fósil degradado, sino que introduce genes de mamut en elefantes asiáticos, sus parientes más cercanos. Un híbrido transgénico más adaptado al frío, con la esperanza de que algún día revolotee por las tundras siberianas.


La pregunta inevitable: si podemos traer de vuelta a un mamut, ¿por qué un velociraptor? El ADN es inmortal. Mientras los genes del mamut han sobrevivido en permafrost por decenas de miles de años, el material genético de los dinosaurios ha desaparecido después de más de 66 millones de años. Con ADN, hay clonación, CRISPR, Parque Jurásico.


A lo mucho, podríamos jugar a la ingeniería inversa con especies vivas que comparten ancestros con los dinosaurios: los pájaros. De hecho, algunos experimentos han logrado alterar embriones de gallinas para devolverles rasgos reptilianos, como dientes. Un tiranosaurio rex en un zoológico sigue siendo un sueño posible.


Si podemos recuperar genes perdidos, podemos hacerlo para curar enfermedades. La biociencia está reconstruyendo el pasado y diseñando el futuro de la medicina. Organismos marinos como la esponja Discodermia han demostrado poseer moléculas con potentes propiedades anticancerígenas, mientras que algunas especies de tiburones parecen ser virtualmente inmunes a ciertos tipos de cáncer y enfermedades neurodegenerativas.


El verdadero golpe de la bioingeniería llegará cuando podamos combinar genes de distintas especies para dotarnos de características biológicas imposibles. Imaginen un futuro en el que la edición genética resucite especies, erradique enfermedades hereditarias, haga a los humanos más resistentes a virus o incluso ralentice el envejecimiento.


El proyecto Colossal es el inicio. Si podemos modificar un elefante para ser un mamut, también podríamos diseñar organismos para limpiar el aire, restaurar ecosistemas o incluso permitir que los humanos sobrevivan en otros planetas.
Y después, vendrá lo realmente interesante. Un dodo cruzará un laboratorio, un tigre podría recuperar el pelaje de sus ancestros prehistóricos, y quizá algún día un pez decida que respirar fuera del agua es una mejor opción. En el fondo, esto siempre ha sido un asunto de evolución, solo que ahora hemos tomado el cincel en nuestras manos.


No es la primera vez que una especie altera el curso de la naturaleza, pero sí la primera en hacerlo con plena conciencia de las consecuencias.


¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto si la IA o el marsupial con dientes de sable lo permite.


Placeres culposos: La película brasileña, aún estoy aquí, ganadora del Oscar como mejor película extranjera.


Una orquídea kinabalu para Grecia.


Esta es opinión personal del columnista