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Fernando Padilla Farfán FERNANDO PADILLA FARFÁN |
25 Jun 2025
El paso de la medicina tradicional a la medicina alópata no ha sido un simple reemplazo de prácticas, sino una evolución compleja influida por factores culturales, científicos y económicos. Este tránsito ha transformado la forma en que entendemos la salud, la enfermedad y los tratamientos.
De la tradición al laboratorio
La medicina tradicional, basada en el conocimiento empírico de plantas, minerales y prácticas espirituales, ha sido durante siglos el principal recurso terapéutico de muchas culturas. En México, por ejemplo, la herbolaria indígena ha sido una fuente invaluable de sabiduría curativa. Sin embargo, con el auge del método científico en los siglos XVIII y XIX, surgió la medicina alópata, que se basa en la experimentación, la evidencia clínica y la farmacología moderna.
Este cambio no implicó necesariamente el abandono de los ingredientes naturales. De hecho, muchos medicamentos alópatas tienen su origen en compuestos extraídos de plantas medicinales. La diferencia radica en el proceso: la medicina alópata aísla, sintetiza y estandariza los principios activos para garantizar dosis precisas y efectos reproducibles.
¿De dónde provienen los ingredientes?
Los ingredientes de los medicamentos alópatas pueden tener tres orígenes principales:
Naturales: Muchos principios activos se extraen de plantas (como el taxol del tejo para el cáncer), hongos (como la penicilina) o animales (como la insulina porcina en sus inicios).
Semisintéticos: Se parte de una sustancia natural que luego se modifica químicamente para mejorar su eficacia o estabilidad.
Sintéticos: Se crean completamente en laboratorio, replicando o mejorando estructuras naturales.
Aunque el origen natural sigue siendo fundamental, la industria farmacéutica prioriza la síntesis por su eficiencia, control de calidad y escalabilidad.
¿Por qué no se indica el origen en las fórmulas?
En las etiquetas de los medicamentos alópatas, los componentes se nombran por su denominación química o farmacológica, no por su fuente original. Esto responde a varias razones:
Estandarización internacional: Los nombres químicos permiten una identificación precisa y universal del compuesto, sin ambigüedades.
Propiedad intelectual y patentes: En muchos casos, el proceso de extracción o síntesis está protegido legalmente, y revelar el origen podría comprometer secretos industriales.
Evitar confusión: Mencionar que un medicamento contiene “extracto de corteza de árbol” podría generar desconfianza o malinterpretaciones sobre su eficacia o seguridad.
No obstante, en algunos medicamentos herbolarios o fitoterapéuticos, sí se especifica el origen botánico, especialmente cuando se comercializan como productos naturales o complementarios.
Esta es opinión personal del columnista