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Noreste | Tlaxcala | 22 Oct 2025 - 11:28hrs
La visión tradicional de una sociedad tlaxcalteca cerrada a otras culturas mesoamericanas durante sus últimos 60 años prehispánicos, debido al asedio mexica, ha sido cuestionada por un reciente estudio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El análisis de la cerámica polícroma tipo-códice del Posclásico Tardío (1350-1521 d.C.) demuestra una marcada influencia mixteca, sugiriendo un profundo intercambio cultural.
El investigador del INAH, José Eduardo Contreras Martínez, del Museo de Sitio de Ocotelulco, es quien plantea esta hipótesis tras analizar piezas clave de la colección.
El arqueólogo tomó como eje central un fragmento cerámico de un gran cajete o apaxtle (datado entre 1450 y 1500 d.C.) y lo comparó con la pintura mural del Altar B en la Zona Arqueológica de Tizatlán. En ambos casos, se aprecia la figura de una mujer desnuda en actitud de movimiento, sumergida en una vasija de agua, custodiada por un jaguar y un águila, y rodeada de caracoles marinos, símbolos de la matriz femenina y la fertilidad.
Esta representación no es casual. El investigador señaló que tanto en el fragmento cerámico como en el mural, la mujer luce el cabello largo, adornos que denotan nobleza, y su entorno acuático sugiere purificación y limpieza.
La clave para desvelar la conexión es la comparación con el Códice Nutall, un documento de origen mixteco pintado entre los siglos XIV y XV.
«Esta imagen femenina en contexto acuático la apreciamos en el Códice Nutall… la ilustración de la página 16 divisa a la fémina dentro de la vasija/recipiente», explicó Contreras Martínez.
En el códice, la mujer, con el cuerpo inclinado y un seno cubierto por el cabello, se apoya sobre un gran caracol y sujeta con la mano las patas de un ser sobrenatural con cuerpo de águila bicéfala. El águila, símbolo de valentía y del dios solar, aludía a la idea de la mujer embarazada como una figura valerosa.
Esta coincidencia iconográfica sugiere que la imagen femenina fue reproducida en Tlaxcala por la probable participación de gente de origen mixteco que colaboró en la elaboración de conceptos religiosos e ideológicos, mismos que fueron adoptados por una sociedad tlaxcalteca «abierta y receptiva».
La investigación concluye que los cuatro señoríos tlaxcaltecas (Tizatlán, Ocotelulco, Quiahuixtlán y Tepeticpac) no fueron herméticos, sino que integraron a población foránea de otras partes de Mesoamérica, permitiendo la introducción de elementos de su cosmovisión.
«Hubo convivencia e intercambio cultural, gente mixteca que dejó su impronta en la cerámica y pintura mural», enfatizó el arqueólogo.
Este hallazgo no solo redefine la historia social y política de Tlaxcala en vísperas de la Conquista, sino que también subraya que la interconexión y la cooperación con pueblos como los del Valle de Oaxaca fueron cruciales para que la sociedad tlaxcalteca superara problemas geográficos y políticos, promoviendo rutas de intercambio y saberes.