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Vida y estilo

Cuidados básicos para tu bebé, en sus primeros dos años

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México. – Al nacer predomina la posición fetal con flexión de brazos y piernas, con los puños apretados. Movimientos reflejos como la succión o la presión palmar. La mayor parte del tiempo estará adormilado.

Los pediatras lo llaman “los mil días de oro”. Es el tiempo que transcurre entre la concepción de un bebé hasta que cumple los dos años. Todo lo que pasa en esa etapa es crucial para el futuro de la criatura. Los hábitos del resto de la familia, el comportamiento y las costumbres adquiridas en casa influyen en el metabolismo del bebé y marcan su futuro. Por eso, estos meses suponen, insisten los especialistas, el momento clave para promover conductas saludables al máximo.

Este artículo es la cronología del desarrollo de un niño sano nacido a término, según las principales sociedades y asociaciones de pediatría. Pero los hitos hay que leerlos con cautela: lo que se describe mes a mes es una referencia, no una biblia. No pasa nada si el niño no camina al año o si no habla a los 18 meses; como explican los especialistas, cada uno tiene sus tiempos.

Foto: Hola

Cambios físicos: del letargo a la carrera

En estos 1.000 días, un cigoto de apenas un milímetro se convierte en un crío de 12 kilos que corretea por todas partes, habla con más o menos soltura, interactúa con su entorno, siente, ríe y padece. Desde que nace, su cerebro se convierte en una esponja que absorbe todo el mundo que le rodea. Aprende a entender, a relacionarse, a caminar, a comer, a hablar.

Cada uno, eso sí, a su tiempo. El rango de “normalidad” en el desarrollo es muy amplio y cada niño es un mundo, insisten los pediatras. Para empezar, no es lo mismo un bebé prematuro que otro nacido a término: los parámetros de medición y el ritmo de crecimiento son distintos.

En los primeros meses de vida, la estructura más madura es el tronco encefálico, encargado de regir las funciones más básicas: la respiración y el funcionamiento cardiaco, explica Ana Camacho, presidenta de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica: “Inicialmente los movimientos del bebé son reflejos, automáticos, originados por el tronco encefálico. A medida que van madurando otras partes del encéfalo, como son los hemisferios cerebrales, esas reacciones reflejas van cediendo paso a movimientos voluntarios”.

Este proceso se relaciona con la mielinización cerebral progresiva, señala Camacho, que es neuróloga pediátrica en el Hospital Doce de Octubre de Madrid: “La mielina, imprescindible para la buena transmisión del impulso nervioso, está presente en una pequeña proporción al nacimiento, y su incremento, llamado mielinización, se produce de forma progresiva desde las zonas inferiores a las superiores del encéfalo, y de las regiones posteriores a las anteriores. Este proceso se prolonga hasta la segunda década de la vida, aunque a los dos años la mielinización está ya muy avanzada”.

Todo pasa por ese enigmático órgano de apenas 350 gramos al nacer —al año del nacimiento, duplica su peso y a los dos años, lo triplica—. Miles de nuevas conexiones neuronales están detrás de cada paso adelante en el desarrollo psicomotriz y cuidar un cerebro sano es la obsesión de padres y pediatras.

Foto: Web Consultas

Cuidado con la fontanela
Al nacer, los huesos del cráneo del bebé no están fusionados entre sí: en la parte superior y anterior de la cabeza aparece una depresión en forma de rombo llamada fontanela anterior y en la parte posterior del cráneo otra de forma triangular. No pasa nada por tocarlas y es normal que la piel que recubre las fontanelas suba y baje cuando el bebé llora o hace un esfuerzo.

A medida que los huesos que rodean las fontanelas vayan creciendo y uniéndose, se harán más pequeñas hasta cerrarse. La anterior se suele cerrar entre los nueve y los 18 meses y la posterior, en torno a los seis meses.

Las fontanelas son espacios blandos entre las placas óseas presentes durante la formación de la cabeza del bebé.

Se cierran entre los 9 y 18 meses.

Durante el parto la cabeza del bebé se deforma para poder pasar por el estrecho canal uterino. Los huesos todavía son blandos y volverán a su forma normal en unas semanas.

¿Dormir boca abajo o boca arriba?
Los padres de ahora recordarán que cuando ellos eran bebés, sus progenitores los dormían boca abajo siempre, sin excepción; ahora, sin embargo, los pediatras les recomiendan que sus vástagos duerman boca arriba. La evidencia científica ha cambiado y la recomendación, también. ¿Por qué? El riesgo de muerte súbita del lactante —esto es, el fallecimiento repentino e inesperado de un bebé menor de un año— es la clave.

Ser prematuros, vivir en un entorno de fumadores, dormir boca abajo, estar muy abrigados o dormir con los padres en la cama elevan el riesgo de muerte súbita del lactante, explica Cristóbal Coronel, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria de Atención Primaria. Todavía se desconocen las causas de este tipo de muertes, aunque la comunidad científica apunta a un conjunto de factores genéticos, ambientales y socioculturales en un período especialmente clave del desarrollo neurológico, cardíaco y respiratorio del bebé.

Hasta finales de los años ochenta, la consigna era dormirlos boca abajo, pero en 1994 se comenzó a alertar del riesgo de muerte súbita en esta posición y la recomendación cambió a dormirlos boca arriba. La literatura científica señala que dormir al bebé boca abajo eleva hasta 14 veces el riesgo de muerte súbita del lactante, principalmente por el riesgo de asfixia, pero apuntan también otras teorías. Por ejemplo, que esta posición implica la privación de oxígeno que conduce a la hipoxia, la reinhalación de dióxido de carbono que lleva a la hipercapnia (elevación del dióxido de carbono en la sangre). También puede comprometer el flujo cerebral, obstruir vías respiratorias, provocar una alteración de la capacidad cardiovascular o un aumento de la temperatura corporal, entre otras complicaciones.

¿Andador sí o no?
Los primeros pasos de un bebé es uno de los grandes hitos del desarrollo en los primeros años de vida. Y aunque hay juguetes diseñados para ayudarlos, como el andador, los pediatras son reacios a casi todos los dispositivos de apoyo. Sobre todo, el clásico tacataca, esa especie de cochecillo con ruedas que los críos, sentados en medio, manejan con sus propios pies. Laia Asso, responsable de los Programas Intersectoriales de Salud Pública en la Infancia y la Adolescencia de la Generalitat de Cataluña, admite que “no son instrumentos preciados”. “Tienen riesgos enormes en las escaleras porque si se caen, por la posición en la que está colocado el niño, queda libre la parte de arriba del tronco y el grueso de los golpes son en la cabeza”, apunta.

Coronel agrega, además, que hay que modular de forma precisa la altura de la silla porque hay riesgo de “pies curvos”: “Tienen que llegar bien con los pies al suelo para que no se queden con las piernas en paréntesis”.

Foto: Hacer Familia

Tampoco los pediatras miran con buenos ojos el andador colgante, donde el niño empieza a dar pasos suspendido en una especie de columpio. Asso justifica que no se propicia el aprender a andar: “El niño empieza a dar pasos sin ser consciente de su peso y la inercia. No le estás enseñando lo que es andar, el tambaleo y la inseguridad”. Coincide Coronel: “Crea malas posturas y el niño tiene delegada toda la responsabilidad y no desarrolla los reflejos”.

El único andador que se salva es el cochecillo con ruedas que el niño empuja con un manillar. “Eso es arrastrar algo. No es tan malo. Empujan eso como otra cosa [una silla, por ejemplo] para ayudarse”, apunta Asso.

Alimentación: del calostro a la cuchara
En los tres primeros meses de vida, el bebé ganará unos 900 gramos y 3,5 centímetros de altura al mes. Luego, de los cuatro a los seis meses, subirán medio kilo y dos centímetros mensuales. Esa es la media de crecimiento, aunque cada niño, en la práctica, tiene su ritmo.

En los primeros días, le bastará con pequeños chupitos de leche que lo saciarán y, a medida que crece, el lactante aumentará las tomas, solo de leche, hasta los seis meses.

¿Lactancia materna o leche de fórmula?
Desde el punto de vista científico, no hay duda: la lactancia materna es la mejor opción para la salud física y emocional del bebé y de la madre, incide Asso. “Además de la prevención del cáncer a la madre y el regalo metabólico al niño en prevención de riesgo cardiovascular, hay cosas que van más allá de lo nutritivo: durante la lactancia, hay una liberación hormonal, por parte de la madre, como de oxitocina, que crea vínculos entre la madre y el bebé”. Por eso, más allá de la función nutricia, la lactancia se utiliza para generar un vínculo entre la madre y el hijo, para calmar y tranquilizar.

Asso admite que la leche de fórmula ha logrado “una calidad nutricional muy buena”, pero no puede sustituir la leche materna, que es “un fluido dinámico, que cambia continuamente y se adapta a las necesidades del niño”. Por ejemplo, dice la médica: “Hay cambios en la temperatura del pezón para que las glándulas sebáceas emanen más olor y el niño encuentre el pecho”.

En ese fluido cambiante, la leche materna de las primeras 72 horas se llama calostro. “Tiene un color amarillento porque tiene carotenos, precursores de la vitamina A. Y es una leche rica en proteínas e inmunoglobulina A, para proteger al recién nacido”, apunta Asso. Además, esa leche llega en pequeñas cantidades “porque se tienen que poner en marcha la coordinación de succión y respiración”, agrega. En la misma toma, la primera parte de la leche es acuosa, para calmar la sed; y en la fase final es más calórica, con más contenido en grasa para saciar.

Foto: bbmundo

Cómo y por dónde empezar la alimentación complementaria
La recomendación de los especialistas es mantener la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses e iniciar la alimentación complementaria a partir de ahí. En el caso de los niños no amamantados, no hay un consenso claro, pero se puede introducir entre el cuarto y el sexto mes.

Ser extremadamente precoz (antes de los cuatro meses) puede ser peligroso por el riesgo de atragantamiento, la sustitución de leche por otros alimentos menos nutritivos y desregulaciones a largo plazo en la sensación de apetito y saciedad. Asimismo, señala la Asociación Española de Pediatría (AEP), tampoco se debe retrasar la introducción de alimentos más allá de las 26 semanas por el riesgo de aumentar problemas nutricionales, como el déficit de hierro y zinc o intolerancias alimentarias.

Los pediatras recomiendan incorporar los alimentos de forma paulatina y, aunque las directrices de la AEP desglosaban desde hace años la entrada de nuevos productos mes a mes, los pediatras admiten que ahora son mucho más flexibles. Por ejemplo, antes incorporaban los productos más alergénicos, como el huevo o ciertas frutas, al final, por temor a que los críos desarrollasen intolerancias. Pero la evidencia científica no acompaña, admite Asso: “Lo de posponer alimentos alergénicos se hacía con la mejor voluntad, para reducir riesgos, pero se ha visto que no tiene demasiado sentido”.

En lo que sí coinciden los pediatras es en comenzar la alimentación complementaria —los primeros meses, la lactancia seguirá siendo el alimento principal— con productos ricos en hierro y zinc, como la carne, el pescado, las legumbres. Y adaptarse, en cualquier caso, a las necesidades del niño, agrega Coronel: “No hay que ser categóricos, dogmáticos ni talibanes. El orden de introducción de alimentos es variable: a un niño más gordo puedes incorporarle verduras antes que cereales, por ejemplo”.

Las únicas directrices que imponen los especialistas es la de evitar las verduras de hoja verde (espinacas y acelgas, por ejemplo) hasta los 12 meses y que las frutas se den enteras (los zumos de frutas no aportan ningún beneficio nutricional). El Ministerio de Sanidad también ha recomendado evitar pescados de gran tamaño, como el emperador o el atún rojo, hasta los 10 años.

La dentición
Tan normal es el niño al que el primer diente le aparece con 5 meses, que aquel al que le aparece con 12 meses. En cualquier caso, los odontopediatras recomiendan ya desde el nacimiento, y aunque el bebé no tenga dientes, limpiar con una gasa humedecida encías y lengua después de cada toma.

Tras la salida de los primeros dientes, la limpieza bucal se puede hacer con dedales de silicona o con cepillos de pequeño tamaño, al menos, dos veces al día. Cuando erupcionan las primeras muelas, en torno al segundo año de vida, los odontopediatras recumiendan comenzar a pasar hilo dental. Asunción Mendoza, presidenta de la Sociedad Española de Odontopediatría, sugiere dedicar un par de minutos al cepillado para que sea efectivo, utilizar una cantidad de dentífrico como un grano de arroz hasta los dos años y escupir los restos de pasta sin enjuagar.

La caries es la enfermedad infecciosa más común en la infancia y su avance, por las propias características de los dientes de leche, es muy rápido. Los odontopediatras apoyan la lactancia materna como la mejor opción para el desarrollo del niño y, aunque esta alimentación no induce las caries, advierten de que una lactancia materna nocturna prolongada en el tiempo (por encima del año de vida), sumado a que una higiene escasa tras la toma, puede hacer que el bebé desarrolle caries. A partir de la salida del primer diente, debe evitarse el biberón nocturno.

Hay otras prácticas, señala Mendoza, que también pueden suponer un riesgo: si el adulto tiene tendencia a padecer caries, tendrá bacterias cariogénicas que se transmiten por la saliva, en gestos tan frecuentes como “limpiar el chupete con saliva, probar el biberón para ver si está caliente, soplar directamente sobre su comida para enfriarla, o darle besos en los labios, favorecerán que las bacterias productoras de caries lleguen de la boca del adulto a la del niño”.

¿’Baby-led weaning’ o comida triturada?
Sobre el cómo dar de comer, hay dos opciones: la tradicional, dando la comida triturada, o el llamado baby-led weaning, que consiste en la introducción de alimentos dirigida por el bebé (el niño come de lo que hay en la mesa, no hay que cocinarle nada en especial ni triturarlo). No hay estudios que revelen cuál es la mejor manera de comenzar la alimentación complementaria, así que los pediatras lo dejan a elección de los padres.

“El bebé hace la masticación a base de fuerza de encías. No puede cortar, pero sí chafar. El baby-led weaning puede ser interesante porque fomentamos el desarrollo y la autonomía del bebé y, además, como come en la mesa con la familia, ese momento es de un valor incalculable para la crianza”, explica Asso. Y añade las bonanzas de “una responsabilidad compartida”: el niño come en función de su apetito y saciedad.

Coronel matiza, no obstante, que esta “es una buena propuesta mientras los niños coman bien y no se desnutran”. Y hay que vigilar también el riesgo de atragantamiento: hay que evitar alimentos duros y pequeños, como los frutos secos, manzanas o zanahorias. Mejor, verduras cocinadas al vapor o frutas más blandas cortadas en palitos, como la pera, el plátano o el mango.

Foto: Okdiario

Los límites del chupete
De entrada, los pediatras recomiendan evitar el chupete en la medida de lo posible. Sobre todo, cuando se está instaurando la lactancia materna y el crío está buscando la succión, la posición adecuada… Asso alerta de que incorporar chupetes o tetinas puede crear “confusión”: “El chupete tiene una succión más sencilla y todo ese conocimiento y práctica que está adquiriendo con la succión del pecho entra en conflicto con la del chupete”.

En cualquier caso, si se usa, los pediatras piden que sea “en momento puntuales”, como para relajarse al dormirse. “Pero hay que poner límites porque pueden tener la mordida y las arcadas abiertas y eso será, casi seguro, sinónimo de ortodoncia”, apunta Asso.

Socialización: del llanto a la rabieta
Un recién nacido se pasa el día dormido. Apenas despierta para comer y se relaciona con los demás a través del llanto. Pero, con el paso de los meses, eleva su contacto con el entorno y pasa de una pequeña sonrisita mimética —cuando está cómodo o satisfecho— en el primer mes de vida a prestar atención a las voces, balbucear, jugar y querer hablar e interactuar con los demás.

Entre los seis y los 12 meses es un experto de la comunicación no verbal: se hace entender con gestos, demuestra sus preferencias y expresa sus emociones. Le gusta jugar y empieza a entender que los juguetes siguen existiendo aunque él no los vea.

Poco a poco, gana curiosidad, se interesa por cosas nuevas y empieza a desarrollar su carácter y su personalidad. A medida que avanza hacia los dos años, se vuelve cada vez más independiente, es capaz de abrazar, besar o rechazar a alguien. También tiene rabietas cuando no consigue lo que quiere. Se reconoce en el espejo, empieza a tener conciencia de sí mismo como una persona distinta. Y también imita las acciones del adulto y le atrae jugar con otros niños.

¿Es bueno el colecho?
El colecho, o dormir en la misma cama, es una práctica controvertida: por un lado, facilita la lactancia materna, pero también es un factor de riesgo de muerte súbita del lactante. Si se opta por esta modalidad, avisan los pediatras, hay que seguir algunas recomendaciones para hacerlo de forma correcta.

En el postparto, por ejemplo, cuando la madre está cansada y agotada, el riesgo de aplastamiento si se practica el colecho es mayor. “Pero el colecho facilita el apego y la lactancia materna”, admite Verónica Fernández de la Rúa, de la Asociación Española de Pediatría. El contacto continuo favorece el desarrollo del vínculo afectivo, el bienestar del bebé y el desarrollo neuronal, señala la AEP, aunque admite que la forma más segura de dormir para los menores de seis meses es en su cuna, boca arriba y cerca de la cama de los padres.

El colecho favorece la lactancia materna, que es un factor de protección contra la muerte súbita del lactante. Pero, a su vez, el colecho es, per se, un elemento de riesgo de este tipo de muertes, así que los pediatras no recomiendan esta práctica en lactantes de menos de tres meses, en niños prematuros o con bajo peso al nacer, si los padres consumen tabaco, alcohol, otras drogas o fármacos sedantes, o en situaciones de cansancio extremo. Tampoco aconsejan el colecho en superficies blandas (como colchones de agua o sofás).

Pantallas: cuánto, cómo, qué contenidos
Nada de pantallas. A ser posible, nunca antes de los dos años. Esa es la respuesta categórica de los pediatras. “No se debe calmar a los niños con esto ni entretenerlos para comer. Las pantallas interfieren en el sueño, favorecen el sedentarismo y la obesidad”, avisa Fernández de la Rúa.

Asso va un paso más allá y alerta de que también interfieren en la relación entre los padres y los niños: “Cuando tú estás con el móvil, interfiere en tu vida y en la relación con los demás. Las pantallas nos pueden secuestrar”. En concreto, poner una pantalla delante al niño para que coma alienta que “el niño coma sin conciencia de que está comiendo y esto puede motivar que se salte los indicadores de apetito y saciedad porque come de forma automática”.

¿Dejar llorar al bebé o no?
Los niños pueden llorar de una a tres horas diarias durante los tres primeros meses de vida, sin que exista una patología importante. Es la forma de comunicar sus necesidades. Lloran por frío, por hambre, por calor, porque se se sienten solos o simplemente porque quieren jugar.

Los pediatras apelan al “sentido común” a la hora de abordar esta situación. Primero hay que descartar problemas de salud, algún malestar e incomodidad. Y si no es nada de eso, hay que intentar consolarlo y cortar la espiral de llanto cambiando de lugar, mirando por una ventana o iniciando un juego, por ejemplo. “Cuando un niño llora apela a una necesidad. Acudir hay que acudir. Luego ya, decidir si lo consuelas cogiéndolo o sin cogerlo, dependerá de cada caso”, zanja Asso.

Señales de alerta: cuando algo va mal en el desarrollo
Los pediatras llaman a la cautela y recuerdan una y otra vez que cada niño es diferente y tiene un ritmo de desarrollo particular. Las comparaciones, con hermanos en casa o con amigos en el parque, valen de poco, insisten. De hecho, más allá de la percepción personal de un padre o del parecer de otros semejantes, los profesionales monitorizan el control de desarrollo psicomotriz de los niños a través de escalas validadas científicamente, como la escala Haizea-Llevant, una tabla de desarrollo que calcula parámetros de sociabilidad, manipulación, lenguaje y postura mes a mes.

Estos indicadores sirven de referencia para ver la evolución del niño. Por ejemplo, el 50% de los bebés de dos meses reconocen el biberón y a los cuatro meses y medio, esta acción ya la realizan el 95%. También el 95% de los niños, a los ocho meses, come una galleta o busca objetos caídos. La escala cuenta también con señales claras de alarma, como es que el crío sea incapaz de desarrollar un juego simbólico a partir de los dos años.

Con información de El País

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Alimentos que serán tus mejores aliados para evitar la desagradable retención de líquidos

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México.- Esa sensación de hinchazón que te puede llegar a hacer sentir pesada e incómoda muchas veces se debe a la retención de líquidos en tu cuerpo. La alimentación tiene mucho que ver en lo anterior, aunque no es la única causa. Por ello, en este texto te diremos qué comer para no retener líquidos y deshacerte de esa sensación que puede comprometer tu calidad de vida.

Foto: El Diario

¿Por qué retenemos líquidos?
La retención de líquidos, a la cual también se le conoce como edema, es un problema más común de lo que creemos. Cuando se indagan las causas encontramos problemas circulatorios, insuficiencia cardiaca congestiva o enfermedades renales o hepáticas. Por otro lado, se puede deber a problemas de dilatación en las venas en temporadas donde las temperaturas son más elevadas.

Se manifiesta en diversas partes del cuerpo, de manera principal en las manos, los pies, el abdomen, los tobillos y debajo de los ojos. Las causas se deben, además de nuestra dieta, como ya dijimos, por cambios hormonales, exceso de peso, sedentarismo, problemas circulatorios o herencia genética.

Qué comer para no retener líquidos

Yogur
Es un alimento rico en probióticos que favorecen el tránsito intestinal y provocan un mejor funcionamiento en nuestro aparato digestivo.

Foto: Webconsultas

Té verde
El té verde, sobre todo en el desayuno, favorece la función renal. La teína, elemento presente en el té verde, aporta antioxidantes y depura el organismo.

Foto: Mejor con Salud

Frutas
Además de deliciosas, las frutas nos aportan hidratos de carbono, necesarios en toda dieta y más en personas que suelen retener líquidos. Los hidratos de carbono no solo se transforman en glucosa que nos da energía para las actividades diarias. También aportan nutrientes, minerales y antioxidantes que le dan mucha salud al cuerpo.

Foto: Saluzzo

Pescados
Puedes optar por pescados congelados o frescos, pero evita los ahumados. Se recomienda cuatro raciones a la semana de pescado.

Foto: Cocina Fácil

Legumbres
Se recomienda consumir dos raciones de legumbres a la semana. Lo ideales que sean frescas y cocidas sin sal. Son una fuente ideal de proteína, vitaminas del grupo B, ácido fólico, calcio, magnesio, potasio, zinc, hierro y fósforo. Las encontramos en garbanzos, lentejas, soja, frijoles, guisantes secos, y muchas más.

Foto: 65 Y Más

Huevos
Inclúyelos sin miedo en tu dieta, pues son bajos en sodio, elemento que contribuye a la retención de líquidos. Puedes comer uno al día, sin problemas ni remordimientos, en la presentación que gustes.

Foto: BM Editores

Arándanos
Gracias a su aporte de potasio (250 mg de cada 100 gramos) y su alto contenido en agua, 87.9 g de cada 100, nos ayudan a evitar la retención de líquidos. Además añaden fibra a nuestra dieta.

Foto: Webconsultas

Tomate
Además de tener un muy bajo aporte calórico, también cuenta con un alto nivel de potasio y agua, unión esencial para evitar la retención de líquidos en distintas partes de tu cuerpo.

Foto: CIAD

Con información de Cocina Fácil

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Conoce los beneficios de bañarse con agua fría

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México.– Una de las actividades más populares en redes sociales en estos días podría ser el que celebridades y personas ordinarias se echen chapuzones en agua helada o tomen baños de hielo.

Los beneficios pregonados incluyen mejorar el estado de ánimo, más energía, pérdida de peso y reducción de la inflamación, pero la solidez de los datos científicos que respaldan algunas de esas afirmaciones no es tan firme.

Foto: Revista Mercado

Kim Kardashian publicó su incursión en Instagram. Harry Styles ha tuiteado acerca de sus zambullidas. Kristen Bell dice que sus inmersiones son «brutales», pero mentalmente estimulantes. Y Lizzo señala que sus chapuzones en hielo reducen la inflamación y hacen que su cuerpo se sienta mejor.

Aquí te presentamos lo que la evidencia médica, los expertos y los aficionados dicen acerca de esta práctica, que se remonta siglos.

Los beneficios de bañarse con agua fría en la mente
Uno podría decir que Dan O’Connor es una autoridad amateur en la inmersión en agua fría. Desde junio de 2020, el residente de Chicago de 55 años se ha arrojado al Lago Michigan casi a diario, incluidas mañanas invernales heladas en las que ha tenido que usar una pala para retirar el hielo.

Foto: S Moda

«El flujo repentino de endorfinas… es una forma increíble de despertar y darle una especie de descarga al cuerpo y echar a andar el motor», señaló O’Connor una mañana reciente en que la temperatura del aire era de 5 grados Celsius bajo cero (23 grados Fahrenheit). Las endorfinas son hormonas que «hacen sentir bien» y que el cuerpo libera en respuesta al dolor, el estrés, el ejercicio y otras actividades.

Con la temperatura del lago en 1ºC (23ºF), O’Connor corrió con el pecho desnudo sobre la playa cubierta de nieve y se dio una voltereta para caer en el agua helada grisácea.

Efectuó su primera zambullida al principio de la pandemia de COVID-19, en una ocasión en que volvió de una juerga con whisky y su indignada esposa le dijo que «fuera a echarse al lago». El agua se sintió bien ese día de junio. El mundo estaba sumido en un bache por el coronavirus, dice O’Connor, y la zambullida le dio ánimos para seguir adelante. A medida que el agua se enfriaba más con el cambio de las estaciones, el efecto psicológico fue aún mayor, señaló.

«Mi salud mental es mucho más fuerte, mucho más lúcida. Hallé algo de (budismo) Zen al venir aquí y saltar al lago y darle un sobresalto a ese cuerpo», señaló O’Connor.

El doctor Will Cronenwett, director de psiquiatría en la escuela médica Feinberg de la Universidad del Noroeste, intentó la inmersión en agua fría en una ocasión, hace años, cuando visitaba a amigos escandinavos en una isla del Báltico. Después de un baño sauna, se arrojó al agua helada durante algunos minutos y tuvo lo que dice fue una experiencia intensa y estimulante.

Foto: Hola

«Sentí como si me estuvieran encajando cientos de millones de agujas eléctricas realmente pequeñas», recordó. «Me sentí como si fuese fuerte y poderoso y pudiera hacer cualquier cosa».

Pero Cronenwett dice que estudiar la inmersión en agua fría por medio de una prueba aleatoria controlada que se apegue a los más altos estándares es complicado, ya que podría ser difícil diseñar un placebo para las zambullidas heladas.

Hay algunas teorías acerca de cómo afecta a la mente.

Cronenwett dice que la inmersión en agua fría estimula la parte del sistema nervioso que controla el estado de descanso o relajación. Eso podría realzar la sensación de bienestar.

Además estimula la parte del sistema nervioso que regula la respuesta a decidir librar un combate o mejor darse a la fuga en casos de estrés. El realizarlo en forma regular podría atenuar dicha respuesta, lo que a su vez podría ayudar a la gente a sentirse mejor para hacer frente a otras causas de estrés en sus vidas, aunque eso no se ha comprobado, indicó.

«Uno tiene que conquistar su propio nerviosismo. Tiene que reunir el valor para hacerlo», manifestó. «Y cuando finalmente lo hace, siente que ha logrado algo significativo. Ha alcanzado una meta».

Investigadores checos hallaron que el zambullirse en agua fría puede incrementar las concentraciones de dopamina en la sangre -otra así llamada hormona de la felicidad, producida en el cerebro- en 250%. Cantidades elevadas han sido vinculadas con la paranoia y la agresión, hizo notar el fisiólogo James Mercer, profesor emérito en la Universidad del Ártico en Noruega, coautor de un análisis reciente de estudios de inmersión en agua fría.

Foto: Runchile

Beneficios de bañarse con agua fría en el corazón
La inmersión en agua fría eleva la presión arterial e incrementa el estrés sobre el corazón. Algunos estudios han mostrado que eso es seguro para las personas saludables y los efectos sólo son temporales.

Pero puede ser peligroso para las personas que padezcan problemas cardiacos, y en ocasiones puede derivar en arritmias que pueden poner en riesgo la vida, advirtió Cronenwett. Las personas que sufran de enfermedades del corazón o tengan antecedentes familiares de deficiencias cardiacas en edades tempranas deberían consultar a un médico antes de arrojarse al agua helada, señaló.

Beneficios de bañarse con agua fría en el metabolismo
Se ha mostrado que las inmersiones en agua fría efectuadas con regularidad durante los meses de invierno mejoran la forma en que el cuerpo responde a la insulina, una hormona que controla los niveles de azúcar en la sangre, hizo notar Mercer. Eso podría ayudar a reducir los riesgos de padecer diabetes o a controlar mejor esa enfermedad en las personas que ya la tengan, aunque se requieren más estudios para comprobar eso.

Sumergirse en agua fría también activa la grasa marrón, tejido que ayuda a mantener cálido al cuerpo y lo auxilia a controlar el azúcar en la sangre y los niveles de insulina. También lo ayuda a quemar calorías, lo cual ha motivado investigaciones acerca de si la inmersión en agua fría es una forma eficaz de perder peso. Hasta ahora la evidencia no es concluyente.

Beneficios de sumergirse en agua fría para el sistema inmunitario
Investigaciones empíricas dejan entrever que la gente que suele nadar en agua helada es menos presa de resfriados, y hay evidencia de que esa actividad puede incrementar los niveles de ciertos leucocitos y otras sustancias que combaten infecciones. Se desconoce si un chapuzón ocasional en agua gélida puede producir el mismo efecto.

Entre las mayores preguntas sin responder están las siguientes: ¿Qué tan fría tiene que estar el agua para que se den ciertos beneficios? ¿Y una zambullida rápida tendrá el mismo efecto que una nadada prolongada?

Foto: La Razón

«No hay respuesta para (la afirmación): ‘entre más frío, mejor'», manifestó Mercer. «Además, depende del tipo de respuesta que uno esté examinando. Por ejemplo, algunas ocurren con mucha rapidez, como los cambios en la presión arterial… Otras, tales como la formación de grasa marrón, se llevan mucho más tiempo».

O’Connor se da chapuzones todo el año, pero dice que las inmersiones en el invierno son las mejores para obtener «claridad mental», incluso si a veces sólo duran 30 segundos.

En esas mañanas heladas, él está «bloqueando todo lo demás (en su mente) y al tanto de que tengo que meterme al agua, y luego aún más importante, salirme del agua».

Con información de AP

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Después de 33 años, México podrá disfrutar de nueva cuenta de un eclipse de sol, descubre cuándo

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México.- El eclipse solar ha generado mucha expectativa, y los mexicanos podrán disfrutar de nueva cuenta de este evento el próximo 8 de abril de 2024.

De acuerdo con la NASA, el eclipse solar podrá observarse en gran parte de Norteamérica, aunque los mejores lugares para disfrutar de este fenómeno astronómico desde México serán Mazatlán, Durango, Torreón, Monclova, Nayarit y Chihuahua.

Foto: WRadio

El eclipse que tendrá una duración de 4 minutos iniciará a las 10:51 horas y finalizará a las 12:11 horas, pero ¿qué ocurre durante el eclipse solar? Y ¿por qué es un fenómeno que genera gran expectación? De hecho, son pocos los privilegiados que pueden disfrutar de este fenómeno dado que la sombra que la luna proyecta sobre la Tierra no es muy grande, y es necesario estar en el lado soleado del planeta cuando esto sucede.

El eclipse solar se produce cuando la luna pasa entre el sol y la tierra, proyectando su sombre sobre el planeta una vez que bloquea total o parcialmente el paso de la luz solar. Durante el día, la luna se mueve por delante del sol y se pone obscuro. Para que exista este tipo de eclipse tanto el sol, la luna y la tierra tienen que estar en línea recta. El cielo se obscurece completamente como si fuera de noche y si el tiempo lo permite, las personas podrán observar la corona del sol.

Este tipo de eclipse es el único en el que las personas pueden mirar sin necesidad de unas gafas especiales para eclipses, que sólo pueden retirarse cuando la luna bloquea al sol por completo. El eclipse solar anular ocurre cuando la luna está alineada entre el sol y la Tierra, pero en su punto más lejano desde nuestro planeta, por lo que parece más pequeña. La luna delante del sol se verá como un disco duro encima de un disco brillante más grande.

Foto: UNIVERSO Blog

Es decir que se crea un anillo de luz alrededor de la luna que puede ser más grande o más pequeño a medida que la sombra de la luna pasa por la superficie del planeta. Este ocurre cuando el sol, la luna y la Tierra no están completamente alineados. El sol parecerá tener una sombra obscura sólo en una parte de la superficie.

De acuerdo con información de la NASA, por lo menos cada año y medio se produce un eclipse en algún lugar de la Tierra, mientras que un eclipse parcial del sol se produce por lo menos dos veces al año.

Con información de SUN

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