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Vida extraterrestre
DAVID VALLEJO
CÓDIGOS DEL PODER

07 Oct 2025

El planeta rojo fue siempre un espejo de nuestras preguntas más antiguas como ¿estamos solos?, ¿la vida es un privilegio terrestre? o ¿una vocación del universo? Hoy la ciencia ofrece una respuesta que parece salida de una fábula cósmica. Tal vez, en los orígenes del tiempo marciano, existieron seres diminutos que respiraban minerales y dormían bajo las aguas heladas de un lago.


El rover Perseverance, ese pequeño explorador de acero y curiosidad, encontró en el cráter Jezero en Marte, indicios químicos que estremecen. Entre las rocas del fondo, donde hace miles de millones de años fluyó un río, se hallaron dos minerales fascinantes. La vivianita, que en la Tierra surge al contacto con materia orgánica, y la greigita, una firma metálica que suele acompañar los procesos microbianos. Su presencia conjunta es como una carta escrita con la tinta de la biología en el papel de la geología. No es una prueba definitiva, pero sí un susurro poderoso de lo que pudo ser.


Imaginar aquellos primeros marcianos es un acto de humildad. No tenían rostro, ni ojos, ni piel. Eran organismos microscópicos que habitaban en la frontera entre la roca y el agua, alimentándose de minerales, resistiendo temperaturas imposibles y un sol débil que apenas alcanzaba sus células. En cierto modo, eran los parientes remotos de los extremófilos que aún hoy viven en los fondos del océano o en los desiertos de sal. Si existieron, fueron los pioneros del milagro universal de la vida, una prueba de que la biología no pertenece a un planeta sino a la materia misma del cosmos.


El descubrimiento tiene un sentido más profundo que el de la simple curiosidad científica. Nos recuerda que el universo puede ser un vasto jardín de posibilidades invisibles. Si Marte tuvo vida, aunque fuese mínima, entonces la frontera entre lo vivo y lo inerte se vuelve un territorio mucho más amplio de lo que habíamos pensado. La Tierra deja de ser una excepción y pasa a ser una estación más en el viaje evolutivo de la materia.


La NASA ha sido cautelosa. Habla de biofirmas potenciales, de rastros que podrían explicarse por procesos químicos sin intervención biológica. Pero el hecho de que esos procesos se parezcan tanto a los que aquí dieron origen a la vida provoca una emoción difícil de contener. Es como escuchar, a lo lejos, una voz familiar proveniente de otro mundo.


Quizás los verdaderos marcianos fueron seres sin forma que murieron antes de dejar herencia. Sin embargo, su recuerdo mineral sobrevive como una huella fósil en la arena roja. Y acaso, en esa huella, está escrito qué la vida siempre busca un lugar donde comenzar. Lo hizo aquí, y puede haberlo hecho allá.


Vuelvo a la pregunta ¿estamos solos? La evidencia apunta a que la soledad no existe en un universo donde incluso el polvo guarda memoria de la vida.


¿Voy bien o me regreso? Nos leemos pronto si la IA y los marcianos lo permiten. 


Placeres culposos: Rush anuncia una gira de conciertos y viene a México el próximo año. Seguimiento a los premios Nobel. 


Capirotada de tres leches para Greis y Alo.


Esta es opinión personal del columnista